Charles Mingus

Charles Mingus: sus siete mejores discos y un extra

Por muchos motivos, Charles Mingus es un músico realmente especial. Desde luego, era mucho más que ese bajista histriónico y violento del que os hablamos en “Mingus: una historia de violencia”. Era un compositor tremendamente imaginativo y original, como pocos ha habido en la historia del jazz.

Y es cierto que también era un completo desastre, incapaz en muchos sentidos de cuidar de sí mismo, torpón, distraído, imposible. Así que para bien, pero también para mal, Mingus tenía todos esos ingredientes que forman parte de los genios.

Recientemente se ha publicado “Charles Mingus at Bremen 1964-1975” que recoge, en 4 CD y más de tres horas, los conciertos que en esos dos años celebró en la ciudad alemana y que fueron grabados por “Radio Bremen” de forma impecable. Sirva este acontecimiento como “percha” para recordar algunos de sus álbumes más interesantes.

Algunos de los discos de los que os hablo en este artículo, estoy seguro, los encontraréis en muchas listas de discos recomendados. Y si eso es lo que estáis buscando, probablemente esta no sea la lista más completa, ya que muchos grandes álbumes se han quedado fuera. Dentro sin embargo están los discos de Mingus (bien como líder, bien como sideman), con los que tengo una relación más especial, a los que siempre vuelvo.

Jazz At Massey Hall (1953)

Mucho se ha escrito sobre el que probablemente, haya sido el concierto de jazz que más figuras de primer nivel haya reunido sobre un escenario. Y es que como muchos sabéis, además de Mingus, los afortunados que pudieron asistir a ese histórico concierto, pudieron disfrutar de la música de Dizzy Gillespie, Bud Powell, Max Roach y Charlie Parker. Casi nada.

Celebrado en el Massey Hall de Toronto el 15 de mayo de 1953, fue grabado por el propio Mingus, que no “contento con el resultado”, volvió a grabar algunas partes de su bajo y publicó la sesión bajo su propio sello con el nombre de ”Quintet’s Jazz At Massey Hall”.

El concierto por supuesto tuvo sus partes curiosas, como un Bud Powell que se presentó completamente borracho a escena, o un Gillespie que iba y venía del escenario para comprobar cómo iba el combate entre Rocky Marciano y Jersey Joe Walcott por el campeonato mundial de los pesos pesados (la coincidencia de ambos eventos provocó que la sala solo se llenase a medias).

Entre todos sus méritos, el de ofrecer una versión de ”Salt Peanuts” que no me pone nervioso y con ganas de “pegarle” a Gillespie cuando “canta”.

Mingus Ah Um (1959)

Entre 1957 y 1963, Mingus compone algunos de los discos que más peso tendrán en su carrera. “The Clown” (1957), “The Black Saint and the Sinner Lady” (1963), “Blues & Roots” (1959) o “Tijuana Moods” (1962).

Son todos álbumes estupendos y que desde luego, en Caravan os recomendamos escuchar si aún no habéis tenido la oportunidad de hacerlo. Pero de estos cinco años mágicos, el más recomendable para el que empieza es ”Mingus Ah Um”. El disco recoge todas las ideas que ya se exponían en “The Clown” dos años antes, pero a nuestro parecer las lleva a dar un paso más.

En el que fue su debut para Columbia, el señor Mingus se marcaba un disco en el que para empezar se incluían dos obras maestras como ”Better Get Hit In Your Soul” y ”Goodbye Pork Pie Hat” (una elegía a Lester Young), para después ofrecer esos estupendos homenajes a Ellington en ”Open Letter to Duke” y a Parker en ”Bird Calls“.

Si bien a mí personalmente me gusta más el Black Saint, este es el preferido de muchos aficionados y, desde luego, resulta mucho más accesible que el primero.

Mingus At Antibes (1960)

En 1960, Mingus se encontraba al frente de una de las bandas más interesantes de su carrera, formada por Eric Dolphy (saxo alto, clarinete y flauta), el trompetista Ted Curson y el baterista Dannie Richmond. Tras el éxito cosechado con “Mingus Ah Um” pero también con muchos de los álbumes anteriores que ya hemos citado, el conjunto se encontraba en un momento de plena efervescencia, con una energía desbordante y desbordada, que acabaría plasmándose en un concierto excepcional.

Para este concierto en concreto, la banda incorporaría también al estupendo Booker Ervin en el saxo alto alto y contaría con Bud Powell como invitado especial, que se sentaría al piano en “I’ll remember April”.

Todo el concierto raya a gran nivel, incluso en un momento en el que el respetable “abuchea” ligeramente el solo de Dolphy, y este les “hace callar” con una melodía marca de la casa. ¿El momento que más me gusta? El tremendo solo del propio Mingus en ”What love?”.

Mingus

The Black Saint And The Sinner Lady (1963)

Por muchas razones, este es un álbum muy especial. En primer lugar, porque junto al “Kind of Blue” de Miles Davis, este es uno de los discos con los que empecé a aficionarme al jazz. Desde entonces, hace ya unos cuantos años, permanece en mi panteón personal de discos y siempre que puedo, lo recomiendo.

Concebido como una suite de seis movimientos, en “The Black Saint And The Sinner Lady” intervienen once músicos diferentes, con texturas que se contraponen en capas, llevando el jazz al terreno de la obra sinfónica.

Como ya le ocurriera a Miles Davis en “Sketches of Spain” (1960), Mingus se deja seguir por la música española y unas guitarras flamencas que en este caso, tienen un punto más exótico y oriental. Una auténtica maravilla.

Money Jungle (1963)

No importa que tras una disputa con Juan Tizol, Duke Ellington acabase por echar a Charles Mingus de su banda. La sombra de Ellington es muy alargada y acabaría por influir en muchos de los álbumes que el bajista grabaría ya como líder. Porque Mingus podía ser muy “chulo” e imponer, pero cuando Duke le “regañaba”, siempre agachaba la cabeza.

Por eso me resulta tan especial este disco, en el que por primera y única vez, se reúnen tres gigantes: Duke Ellington, Max Roach y el propio Mingus. En el caso de Mingus, hablamos además de una de las poquísimas colaboraciones que haría más allá de trabajar con su propia banda.

El LP original incluía siete temas compuestos por Ellington, cuatro de las cuales se grababan por primera vez. Cuando años más tarde, se editó en CD, se añadieron otros ocho temas nuevos, correspondientes a la misma sesión. Además de lo excepcional que resulta todo en este disco, personalmente me enamora la pedazo de versión que ofrecen de Caravan (¿cuál si no?), en mi opinión, una de las mejores que se han grabado de este estándar.

Mingus, Mingus, Mingus, Mingus (1964)

¿Puede un disco de versiones superar los temas originales? Si eres Charles Mingus probablemente sí. Porque tras haber llegado al tope de su creatividad en “The Black Saint And The Sinner Lady”, es como se hubiera dicho…”esto es lo que me queda por hacer”. Y en “Mingus, Mingus, Mingus, Mingus” no solo revisita sus clásicos, sino que encima los mejora.

Pero como si no quisiera reconocer que era eso precisamente lo que estaba haciendo, va y decide cambiar el título de todos los temas. “II B.S.” es básicamente «Haitian Fight Song»; «Theme for Lester Young» es «Goodbye Pork Pie Hat»; «Better Get Hit in Your Soul» añade un nuevo final, pero sólo una letra al título; «Hora Decubitus» es una revisión de «E’s Flat Ah’s Flat Too»; y «IX Love» modifica «Nouroog», que formaba parte de «Open Letter to Duke».

También eso sí, hay una versión de «Mood Indigo» de Duke Ellington, dejando sólo una composición nueva, «Celia». Este disco marca además un punto inflexión y salvo por algunos discos en directo, es su último álbum de estudio hasta 1970.

Mingus

Let My Children Hear Music (1972)

“Let My Children Hear Music” es probablemente el álbum menos “Mingus style” de toda su carrera. Y es que aquí encontramos a un Mingus en un registro muy diferente. Tanto que el propio bajista agradecería personalmente a Teo Macero, “sus incansables esfuerzos para producir el mejor álbum que he hecho nunca”.

¿Qué es lo que encontramos? En primer lugar un conjunto de piezas que Mingus había ido gestando a lo largo de los años, y aunque había tenido la oportunidad de interpretarlas en diversos conciertos, aquí se graban por primera vez como un todo, aprovechando además las enormes posibilidades orquestales de Columbia y alejándose de los grupos pequeños con los que Mingus acostumbraba a trabajar.

La mano de Macero se nota en la producción del disco, como ya hizo con anterioridad en algunos álbumes de Davis, pero las piezas son tan imaginativas y diferentes que no importa. Tras la enorme “Porgy & Bess” esta es probablemente, la mayor “ópera” jazzística jamás grabada y sí o sí, se merece un lugar privilegiado en la estantería de cualquier aficionado.

El extra: Mingus Big Band 93: Nostalgia in Times Square

Desde que Charles Mingus falleciera en 1979, ha habido muchas bandas que han intentado revivir su legado. Hasta ahora sin embargo, los que más se han acercado con un disco tributo es la Mingus Big Band, compuesta por nada menos que 20 músicos que antes de lanzarse a grabar, pasaron años estudiando los cómos y los por qué de la música del genio.

El primer trabajo de la banda cuenta con artistas tan particulares como Ronnie Cuber (que introduce «Nostalgia en Times Square» con una memorable historia de su primer encuentro con Mingus), el trompetista Randy Brecker, los trombonistas Art Baron, Frank Lacy y Dave Taylor, o el pianista Kenny Drew, Jr, entre otros.

Las diez composiciones de Mingus son estupendas, especialmente «Moanin'», la ingeniosa «Don’t Be Afraid, the Clown’s Afraid Too» y «Weird Nightmare». Un must en la colección de cualquiera.

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