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“Flamenco Jazz. Historia de un amor”: cuando el flamenco encontró al jazz y viceversa

Siempre he pensado que para hablar de flamenco en España había que estar doctorado como mínimo, por lo profundo de sus raíces y porque abarca una serie de aspectos históricos y personales que requieren de un estudio y conocimiento profundo de diversas materias, no sólo de la musical.

Quizá sea uno de los géneros que el español más siente como propio dentro y fuera de sus fronteras, como seña de identidad asumida aunque disfrute o no del duende de quien lo interpreta, lo canta o lo baila. El flamenco ocupa el fin y al cabo un espacio en nuestro interior, porque en mayor o menor medida vivir en la península ibérica implica exponerse a él a veces de manera inconsciente.

Mis recuerdos más recientes vienen de finales de la década de los ochenta, cuando el Festival del Cante de las Minas (en la ciudad de La Unión, vecina del lugar donde me crié y crecí, Cartagena) comenzaba ya a cerrar los telediarios nacionales dada la relevancia de los participantes. Siempre que miraba al televisor me sorprendía a mí mismo entusiasmado por la fuerza interior que desprendían los cantaores y las bailaoras, envueltos todos ellos en un halo de misticismo hipnótico y arte inconmensurable a los que más de una vez quise imitar. Auténticos representantes de la música con el sello más indiscutiblemente propio de la cultura local.

Flamenco Jazz

La vida me condujo a otros ámbitos profesionales alejados de la música, también culturales, pero la semilla siempre permaneció. De tal manera se encontraba viva que cuando encontré cierta estabilidad personal y me adentré en el mundo del jazz, sentí que esa semilla comenzó a germinar poco a poco cuando escuché por primera vez álbumes tan particulares como el Sketches of Spain” de Gil Evans y Miles Davis, o a Pedro Iturralde y Chano Domínguez exprimiendo y mezclando estilos hasta obtener un sabroso jugo musical tan identificable tanto con el sur andaluz como con el más genuino jazz neoyorkino.

Este caleidoscopio de notas que es el flamenco jazz también supone personalmente un aliciente desde el punto de vista social: ver cómo los puristas, críticos de oídos tardos y tozudos, se rasgan las vestiduras emulando al Caifás más obtuso escuchando las blasfemias de un profeta llamado Jesús, es un aliciente. Sobre todo porque siempre he estado convencido de que es en el equilibrio entre la diversidad y el respeto absoluto a la historia y las raíces culturales donde se encuentra el verdadero futuro de la música.

Pedro Iturralde
Pedro Iturralde

El flamenco y el jazz en su combinación más fresca y documentada volvió a mí hace unos días en forma de libro. Flamenco Jazz. Historia de un amorvio la luz a principios de año de la mano de Quatermass Ediciones. Escrito por Carlos Aguilar y Anita Haas, viene a convertirse en una publicación de referencia que recopila de manera exhaustiva los orígenes de esta fusión tan particular y su devenir en los últimos años.

Ambos autores ya nos hablaron de la conjunción de cine y jazz en su libro “Cine y jazz”, una personal y completa obra que desgrana la relación entre las dos artes. Por su parte el historiador y novelista Carlos Aguilar (Madrid, 1958) cuenta en su haber con numerosas publicaciones dedicadas al cine, además de diversas colaboraciones con entidades, asociaciones, revistas y fanzines del séptimo arte. Su obra más importante quizá sea “Guía del cine”, enciclopedia reeditada en numerosas ocasiones y que contiene información rápida y eficiente sobre las películas más importantes de la historia. El autor cuenta además con varios premios nacionales en el mundo de la cinematografía.

Lara Wong
La flautista Lara Wong

La primera impresión del libro cuando uno lo tiene en sus manos y se dedica a ojearlo es estupenda: un generoso despliegue fotográfico de más de setecientas imágenes para ilustrar los orígenes y la historia más reciente de este cóctel musical, con una calidad de impresión superior en un formato cuidado y manejable que hará las delicias de los amantes de ambos géneros. 

En él nos encontramos tres capítulos bien diferenciados, escritos con un estilo que denota pasión por lo que se cuenta. El primero quizá sea el más interesante desde el punto de vista histórico, en el que el autor ahonda en la puesta en común de los orígenes de jazz y flamenco, analizando similitudes y diferencias para concluir que ya en al principio del siglo XX los gitanos Ramón Montoya y Sabicas presagiaron los albores del flamenco jazz. Es en la segunda parte donde lo estrictamente musical cobra importancia, indagando acerca del uso de estructuras comunes, la voz, la gestualidad y los estados de ánimo tan importantes en la interpretación y la transmisión del sentimiento musical. En su parte última realiza una interesante apreciación sobre la improvisación en los conciertos en directo y una no menos curiosa reflexión acerca del mestizaje musical que pone el broche final.

Chano Domínguez y Niño Josele
Chano Domínguez y Niño Josele

El tercer capítulo resulta del desarrollo de la idea principal sobre los orígenes del flamenco jazz y su evolución, desgranando desde 1930 hasta 2020 todos y cada uno de los referentes de este género tan particular. Es aquí donde el lujo de detalles aportado por el material fotográfico cobra importancia.

Personalmente he echado en falta cierta labor editorial, ya que el formato de columnas en el que está escrito junto con las fotografías intercaladas continuamente en todas las páginas, desvían constantemente la atención de un texto que realmente merece la pena. Este repaso pormenorizado y minucioso comienza con el propio Ramón Montoya junto a Agustín Castellón Campos, alias Sabicas, dos de los pilares fundamentales de la guitarra flamenca.

En el transcurso de las páginas encontramos nombres ilustres como Tete Montoliu, María Albaicín, Gil Evans, La Tolea, Pedro Iturralde, Esperanza Fernández, Enrique Morente, Macarena Ramírez, Raimundo Amador, Sandra Carrasco, Chano Domínguez, Naike Ponce, Chucho Valdés, Lara Wong, Paco de Lucía y Chick Corea entre otros. Sumergirse en este maremagnum inalcanzable de creación artística en torno al flamenco y al jazz supone hacerlo en la historia viva de la música en España, y da fe desde un punto de vista técnico de las grandes posibilidades que alberga el género en un futuro próximo.

La Negra
«La Negra»

El punto y final a este gran compendio lo pone de nuevo el material gráfico en forma de portadas de publicaciones que suponen auténticos hitos del género (y que a su vez sirven de discografía recomendada muy útil para quien desee indagar) así como carteles anunciadores de algunos de los festivales donde el flamenco jazz se descubrió como un arte efervescente y que gana adeptos a diario.

En ellos encontramos caras tan conocidas como las de Dorantes, la bailaora Belén López, la familia Habichuela, Antonio Lizana, Tomatito o Amparo Velasco “La Negra”, artistas que a buen seguro seguirán profundizando en una conjunción tan presumiblemente perfecta y sentimental como es la que resulta de la unión del flamenco y el jazz.

“Flamenco Jazz. Historia de un amor”: cuando el flamenco encontró al jazz y viceversa comentarios en «3»

  1. Soy un adicto al jazz en todos sus estilos, de Bolden, si hubiera grabado. Me topé con esta publicación y me ha encantado. Un saludo y felicitaciones desde Uruguay.

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