Empecé mi colección de discos de jazz justo antes de empezar la Universidad. Juan Claudio Cifuentes, Cifu para los amigos, coordinó el típico coleccionable que empiezas en septiembre y abandonas en octubre con los discos más memorables de la historia del jazz. El primer disco de jazz que compré en toda mi vida fue el primer fascículo de la colección: el legendario concierto de Louis Armstrong y sus All Stars en el Symphony Hall.
El tiempo de las Big Bands había pasado. Por un lado la economía había impuesto formaciones más económicas. Por otro lado el público poco a poco se alejaba del swing para disfrutar de forma diferente de este estilo musical. Salvo contadas excepciones todos los reyes del momento optaron por agrupaciones más domésticas. Y Satchmo no fue una excepción.
Louis Armstrong y sus All Stars fueron una de las bandas más populares después de la Segunda Guerra Mundial. De hecho fue tal el éxito que ya nunca más probaría con otro tipo de agrupaciones. El quinteto original estaba formado por Armstrong a la trompeta, Jack Teagarden al trombón, Barney Bigard al clarinete, Big Sid Catlett a la batería, Arvell Shaw al contrabajo y Earl Hines al piano. El toque femenino lo daba la maravillosa Velma Middleton, que aguantaba estoicamente las bromas de Armstrong sobre el escenario. Con los años la agrupación fue sufriendo cambios pero casi todos estarían presentes en el maravilloso concierto en el Symphony Hall de 1947, salvo Hines que fue sustituido por Dick Cary.
Puede que tenga idealizado este disco por las pasiones de la juventud. Pero pocas grabaciones pueden caer en tus manos tan redondas como esta, desde el primer hasta el último tema. Uno tiene la sensación de que aquella noche las estrellas se alinearon en Boston para que todo saliese a pedir de boca. Standards clásicos del repertorio del jazz como Muskrat Ramble o C-Jam Blues se combinan con temas pensados para mayor gloria de los diferentes componentes del grupo. Stars fell on Alabama con el maravilloso acento sureño de Teagarden o los vertiginosos Tea for two y High Society de Bigard son posiblemente los mejores ejemplos.
Pero si hay un tema que destaca sobre todo ellos ese es (What did I do to be so) Black and Blue. Muchas veces se ha acusado, muy injustamente a Armstrong de ser el tio Tom de los blancos y no haber luchado como otros compañeros por los derechos de los afroamericanos en América. Nada más lejos de la realidad. Pero su lucha fue a través del trabajo y de su arte. El sentimiento que pone primero en el fraseo instrumental y luego cantando el tema pone simplemente los bellos de punta:
Cold empty bed…springs hurt my head
Feels like old Ned…wished I was dead
What did I do…to be so black and blue
Even the mouse…ran from my house
They laugh at you…and all that you do
What did I do…to be so black and blue
I’m white…inside…but, that don’t help my case
That’s life…can’t hide…what is in my face
How would it end…ain’t got a friend
My only sin…is in my skin
What did I do…to be so black and blue
A veces basta con incluir un tema en un repertorio para que sea una declaración de intenciones.
Pocas sesiones dieron Armstrong y sus All Stars tan brillantes como este concierto del año 1947. El labio de Satchmo cada vez iba empeorando más debido a los excesos de la juventud, afectando a sus interpretaciones. Poco a poco fue dejando la trompeta para centrarse en su carrera como vocalista. Pero aquí todavía aparece liderando las melodías e improvisaciones, mientras el trombón marca los bajos y el clarinete va adornando con sus florituras los altos. Todo ello con la clásica sección rítmica de piano-contrabajo-batería. Una fórmula que aquí funciona como un reloj suizo.
Joyas como este disco tendrán siempre a Armstrong y sus All Stars dentro del panteón de los dioses de la Historia del Jazz con mayúsculas.