Reggeatón

¿Del reggaetón a la segunda época dorada del jazz?

Los millenials salvarán el jazz. Es lo que no paro de leer en muchos medios. Que cada vez son más y más jóvenes los que se animan a revolucionar el jazz mezclándolo con el hip hop, la música electrónica y todo tipo de ritmos urbanos. Y desde un determinado punto de vista, están en lo cierto. Ahí están Kamasi Washington, Nubya Garcia, Kendrick Lamar o Robert Glasper para demostrarlo. Pero oye, luego vas a cualquier concierto y se cuentan con los dedos de una mano los espectadores cuya edad baja de los 40. Si ya nos vamos a menos de 30, lo que nos encontramos es un erial.

Dicho de otra forma: aunque los conservatorios y las instituciones académicas se están llenando de jóvenes a los que les interesa el jazz, el interés del público, parece ir por otra parte. En el caso de España, no hay más que comprobar las listas de “más escuchados” en Spotify: trap y reggaetón para empezar, reggaetón y trap de postre.

No es que el jazz haya sido casi nunca un género mayoritario. Pero mucho menos ahora. Vayamos al estudio de mercado que hace Nielsen en 2017. Según la consultora, el jazz representa tan solo el 1% de la música que se escucha, tanto en formato físico como en digital. Probablemente, solo la “música clásica” se escucha menos. Aunque las percepciones siempre son subjetivas, las matemáticas no engañan. Si solo un 1% de la población que escucha música, elige el jazz, no podemos esperar que los conciertos se llenen de millenials, centennials y las que seguirán.

Lejos de lamentarnos sin embargo, merece la pena reflexionar sobre por qué pasa. ¿Qué ha ocurrido para que salvo para los que vivimos encerrados en nuestra burbuja, el jazz se haya convertido en algo casi marginal? ¿Por qué no es capaz de conectar con los menores de 30? ¿Hay a pesar de todo motivos para la esperanza?

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