Jon Batiste

“Soul” y la magia de Jon Batiste, el músico de moda

Como una máquina bien engrasada. Así funciona Pixar. Desde que en 1995 ese milagro que responde al nombre de Toy Story deslumbrase en la gran pantalla, el estudio de animación fundado por Edwin Catmull, repite una y otra vez la fórmula del éxito. Y sí, es verdad que algunas de sus películas no son sobresalientes, pero con Soul, su último lanzamiento, han vuelto a dar con la tecla.

Han construido una película que, partiendo desde una premisa muy sencilla (la de un profesor de instituto – Joe Garner – que quiere triunfar en el mundo del jazz), acaba por contar muchas otras cosas (el sentido de la vida, si existe el alma, o aún más, si el alma tiene alma). Y lo que más nos interesa: han conseguido que el jazz entre en el mundo de la animación a lo grande, directo a los Oscar.

No quiero contar mucho más del film de Pixar. En parte porque hace ya semanas que las críticas y los memes corren por la Red. En parte porque como decía Francisco Umbral, “He venido a hablar de mi libro” y como todos sabéis, mi libro es el jazz.

Soul
Las manos de Joe Garner, son en realidad, las de Jon Batiste

Para ilustrar ese microcosmos musical, los responsables de Pixar han sabido asesorarse de músicos de peso. Herbie Hancock y Terri Line Carrignton, han trabajado junto a Peter Docter, a la hora de construir escenarios y atmósferas. Y desde luego, la preciosa recreación del Village Vanguard y las referencias al Half Note y decenas de figuras del jazz clásico, hacen las delicias del aficionado.

Pero sin lugar a duda, es el trabajo de Jon Batiste el que más destaca en la película. En su papel como director musical, se ha encargado, en primer lugar, de componer muchos de los temas que forman parte de la banda sonora, contando para ello con la ayuda de la saxofonista Tia Fuller, la contrabajista Linda Oh, el baterista Marcus Gilmore o el gran Roy Haynes.

Además, literalmente se ha dejado la piel en el proyecto. Cuando la cámara pone el foco sobre las manos de un Joe Garner interpretando el “Things ain`t what usted to be” de Duke Ellington o “Drums unlimited” de Max Roach, son en realidad las manos (digitalizadas) de Jon Batiste las que tocan, exactamente, las mismas notas que se deben tocar para hacer magia. Casi nada.

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