El trío de Abe Rábade en Festival Jazz Cádiz: el sueño de una noche de verano

Cuando miré el cartel del festival de Cádiz de este año sólo reconocí el nombre de Chano Domínguez en ese primer momento, lo cual me decepcionó un poco porque es un festival veraniego en mi tierra (Andalucía), más fácil de integrar en mis visitas a España que otros. Y si vas desde lejos no te conformas con un solo concierto, después de la sequía cultural a la que he estado sometida en Alemania durante el invierno pasado.

«Tienes que escuchar a Abe Rábade», me dijo Rafa, uno de nuestros colegas. Siguiendo su criterio saqué mi entrada y me guardé el podcast de Club de Jazz que Carlos Pérez Cruz había dedicado a entrevistar a este artista para comentar su último trabajo, Sorte (Nuba Records, 2021), y otras cuestiones. Todo lo que escuché en ese podcast me pareció interesante y me intrigó. Ahora estaba más convencida de lo especial que era tener una entrada para verle en directo, en el primer concierto de jazz que he podido disfrutar desde que llegó la pandemia.

Sin embargo opté por no escucharle más y ver qué pasaba escuchándole en directo. Tenía miedo de memorizar demasiado y perder el norte intentando reconocer los temas, comparando lo memorizado con el directo.

Quería ver si era capaz de sorprender sobre el escenario y el resultado fue que perdí la noción del tiempo escuchando la música que realizaban Abe Rábade al piano acompañado de Pablo Martín Caminero al contrabajo y Naíma Acuña a la batería.

Un trío libre que vuela

El concierto se desarrolló precedido de presentaciones muy visuales e incluso filosóficas de Abe Rábade sobre qué significado tenían para él cada una de sus composiciones, un sentido que viene «de un proceso de ida y vuelta, de escribir la música que le viene a borbotones de no se sabe bien dónde»  – según comenta en la entrevista en Club de Jazz – y que luego «tiene que nombrar», darle una interpretación, un sentido antes de darle su forma definitiva, esa estructura sobre la que luego improvisa sobre el escenario sin contar con una sola partitura sobre el atril y con los pies descalzos.

Las piezas las presentó siguiendo la estructura de tríptico con las que están también grabadas en el disco, variaciones sobre un mismo tema nombrado según la emoción que evocan.

«Después de la victoria viene el desencanto», nos explicó Abe sobre el escenario antes de tocar «Sorte Íntima», tras habernos llevado al éxtasis con «Sorte Mística» y «Sorte Épica». Nos adentramos así en una sorte o suerte de emociones ligadas al interior, a lo que nace de dentro y se nutre del subconsciente, de lo lunático y errante, antes de dar paso a la «Sorte Lúdica» y con ella a un paisaje más cálido y optimista antes de cerrar el concierto.

El concierto se terminó definitivamente con un bis exquisito que nos trajo unas pinceladas la magia del que será su próximo disco, inspirado en los árboles de los bosques de Galicia; un disco que promete mucho, y que grabará esta vez con Naíma Acuña a la batería (Sorte está grabado con Bruno Pedroso a la batería).

Abe Rábade

Su forma de contarnos su música y sobre todo de relacionarse con sus otros dos colegas instrumentistas se tradujo en una experiencia original, profunda, onírica. La complicidad entre los tres integrantes del trío fluyó especialmente bien, compartiendo presencia en el escenario sin necesidad de recurrir a los típicos solos de virtuoso. Aquí el lenguaje compartido alcanzaba algo más lejos, más profundo, más meditativo, generando una atmósfera bien hilada de corte horizontal entre el líder de combo y sus otros dos colegas, pasándose la llama de un lado a otro para hacer así al espectador viajar con la imaginación, saltando del océano al desierto, de los acordes al piano a la línea modal de la cuerda frotada del contrabajo y los recursos rítmicos de un sonido de batería etéreo y sensual.

Sus recursos narrativos no llegan a la simpleza narrativa de la música cinematográfica; más bien comparte cualidades con la música impresionista y la minimalista, con géneros y lenguajes musicales que crean texturas y paisajes sonoros ricos en emociones, colores y texturas. La alquimia de la música de Abe Rábade en este disco se nutre de los recursos de diversas fuentes musicales; del jazz contemporáneo y otras músicas, con un sonido que envuelve, embruja y hace flotar como cuando el viento hace que revolotee una hoja.

La hora y media volaron así en medio de una noche de luna llena con la brisa de Cádiz, al lado del océano. No podía haber mejor momento para escuchar a este trío y dejarse llevar. Lo único que me faltó fue que el público en conjunto estuviese más entregado. Apenas hubo un tema extra al acabar el concierto. Quizás estuviéramos cohibidos con las mascarillas, pero a mí me hubiera gustado estar entre un público más entrado en trance y más cálido con los artistas.

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