Debe ser bonito visitar la ciudad de Cartagena por primera vez. Y digo “debe” porque yo nací aquí y desconozco esa primera sensación de sorpresa que ha de inundar cuando uno se expone a la belleza y la contemplación de un puerto o un teatro romano como son los nuestros. Yo ya tengo asumido que la ciudad alberga algunos de los tesoros históricos nacionales más importantes de la península, y que sobre ella y en las aguas que la bañan dejaron huella nuestros antepasados en forma de refugios antiaéreos o ánforas hundidas en sus costas.
Memorizada de manera inconsciente y perenne en mí está esa sensación de pertenencia a un lugar que históricamente siempre ha sido inconformista y rebelde, punta de flecha y sitio acogedor para marineros y forasteros. Dejarse sorprender por la trimilenaria ciudad de Cartagena ha de ser apasionante, y a veces pienso en qué momento de otra vida futura, si es que la tuviera, me gustaría descubrir el lugar que me vio nacer. Sin duda siempre me traslado a los meses estivales, allá donde el calor húmedo anima a acercarse al puerto cerrado a todos mares y la brisa fresca apacigua los males del averno.
Y más concretamente a esas noches en las que el actual Auditorio Paco Martín envuelve a los cartageneros, a sus visitantes y a todas las calles de su casco histórico con las músicas siempre bien escogidas del festival La Mar de Músicas. Ese abrazo acogedor y cercano se repite cada mes de noviembre desde hace unos años con el Cartagena Jazz Festival, que celebra en esta ocasión su 40 edición.
Cuando digo que este es el hermano mayor (por número de ediciones) de La Mar de Músicas creo que no yerro mucho en mi disparo literario: mismos organizadores, mismo concepto y sobre todo la ilusión y las ganas de trabajar por la música que su eterno coordinador, Paco Martín, dejó en herencia al equipo actual. Ahí tenemos a José Luís Cegarra y Eugenio González, que junto a un nutrido equipo se han convertido en programadores culturales con certificados de calidad y excelencia, avalados por los éxitos y los nombres propios que visitan la ciudad en agosto y noviembre.
Es una experiencia difícil de explicar la que cada otoño convierte a Cartagena en la capital del jazz en nuestros corazones, porque hasta se respira en sus calles. Puede incluso que este año 2021, nosotros, público audiófilo ansioso de música en directo, esperemos ávidos el 4 de noviembre tras la malograda edición del año pasado en la que una prometedora programación dedicada al producto nacional tuvo que ser suspendida por razones de sobra conocidas.
Es un año importante porque el evento tiene sobre sí las miradas de la comunidad cultural nacional: en primer lugar por las razones obvias y más de actualidad. La organización de un festival de este tipo, multitudinario y multicultural, en el que se presupone fin de una pandemia que nos ha mantenido en vilo durante más de un año. En el ámbito de la cultura segura la organización se ha visto obligada a limitar los abonos para los escenarios donde se llevarán a cabo las actuaciones, como ya ocurriera en el festival veraniego. Las exigentes medidas sanitarias con las que deben contar este tipo de eventos siempre suponen un hándicap que ya han demostrado que pasarán con nota sobresaliente.
En segundo lugar porque el festival se puso un listón muy alto hace un año, cuando anunció una edición dedicada a España y renunció de inicio a traer figuras del ámbito internacional a actuar, lo que suponía un reto importante en la selección de los artistas. Si bien es cierto que nuestro querido y añorado Paco Martín se ganó a pulso su reconocida fama de musicólogo conocedor de los sonidos de los cinco continentes, desde su fallecimiento en el verano de 2018 el festival ha mantenido el nivel sin lugar a dudas: José Luís Cegarra cogió un testigo difícil, y ha demostrado con creces que seguir los pasos de Paco Martín no sólo era posible, sino también necesario para que este festival de jazz llegara hasta donde lo ha hecho hoy.
Contra viento y marea, y con un nivel de exigencia propio por encima de la estratosfera, este año el festival nos ha sorprendido con una programación merecedora de pasar los 17 días que dura el mismo correteando por las calles de Cartagena mientras llega la hora de los conciertos. Se trata de una selección cuidada, en la que es posible masticar el amor y la sensibilidad con la que está confeccionado. Como novedades principales: se han adelantado los horarios con el objetivo de favorecer al sector hostelero, lo que me parece una estupenda idea a la vista de los acontecimientos de 2020, y se han eliminado las sesiones dobles para dar más empaque a las actuaciones diarias.
El festival dará comienzo el próximo 4 de noviembre con el trompetista cartagenero Pedro Núñez en el emblemático Mister Witt Café. El primer gran fin de semana con jazz será de marcado carácter femenino (5 y 6 de noviembre): la cantante islaerí Noa presentará el viernes su nuevo álbum “Afterallogy”, un compendio de adaptaciones muy personales de algunos de los temas de jazz más conocidos en el repertorio del género. El sábado, la compositora estadounidense Madeleine Peyroux hará lo propio con su espectáculo “Careless love forever”, en el marco de su gira mundial y en donde podremos escuchar su particular voz que tantos asocian indiscutiblemente a la gran Billie Holiday.
El siguiente fin de semana (12 y 13 de noviembre), estará protagonizado por la presencia del guitarrista Chicuelo y el pianista Marco Mezquida, que subirán al escenario del Teatro Circo el viernes para demostrar que la conexión entre el jazz y el flamenco de la que ya hablamos en Caravan hace unos meses, se hace posible huyendo de etiquetas y estereotipos innecesarios para ambos géneros. El sábado visitará la ciudad el quinteto intercontinental “Piazzollax100”, un proyecto del baterista Daniel ‘Pipi’ Piazzolla (nieto del bandeonista y tanguero argentino Astor Piazzolla), y que cuenta entre sus filas con la española Sheila Blanco, quien ya estaba programada en la edición anterior de este festival y a la que tenemos muchas ganas de ver en estas tierras.
El punto y final a los fines de semana jazzeros en la ciudad tendrá carácter hispano: el viernes será Andrea Motis quien visitará de nuevo el Teatro Circo, artista catalana formada en la famosísima escuela musical de Joan Chamorro y que repite en un festival que siempre la recibe con los brazos abiertos. Al día siguiente el broche de lujo para el evento: el sexteto del cubano Paquito D’Rivera hará las delicias con el jazz latino más premiado y reconocido de los últimos años.
En paralelo a los conciertos de los fines de semana, se han programado otros escenarios donde disfrutar de la música en directo y que a buen seguro llenará las butacas disponibles: dentro del espacio “Jazz y cañas”, podrán escucharse conciertos matutinos (12:30) en la espectacular terraza del auditorio El Batel. Un entorno único que acogerá a la violonchelista brasileña Dom La Nena, la cantante sevillana Maria Yfeu, los sevillanos O Sister! -que nos traerán el swing más auténtico de la edad de oro del jazz vocal y la música popular americana-, el rey del mambo actual Tito Ramírez, el reconocido grupo de jazz contemporáneo “Monodrama”, y por último Antonio Lizana y Sergio de Lope (por separado) dando voz de nuevo a esa mezcla tan apasionante como es el flamenco jazz.
Una de las novedades que más me han alegrado de este año ha sido la recuperación de un lugar emblemático de conciertos íntimos en Cartagena. Mister Witt recibirá en su preciosísimo interior el ciclo “Jazz café” a artistas y grupos locales: el trompetista cartagenero Pedro Núñez, el cuarteto de José Luís Inglés y el quinteto Hermes Alcaraz Jazz. La entrada al local será gratuita hasta completar aforo.
No querría acabar este artículo sin hacer mención al estupendo y minimalista cartel que el arquitecto y diseñador Pepo Devesa ha realizado para esta edición, basado en la relación de Julio Cortazar con el jazz. El cartel se ha dado a conocer acompañado de un pequeño vídeo de presentación, donde de fondo se puede escuchar: “Decía Julio Cortázar que el jazz es como un pájaro que migra o emigra, o inmigra o transmigra, salta barreras, burla aduanas, algo que corre y se difunde… Después de tantos años, solo tenemos clara una cosa… 40 Cartagena Jazz Festival”.
Los abonos se pueden adquirir en las taquillas de manera presencial o por teléfono (Nuevo Teatro Circo 968501615 / Auditorio El Batel 968123827), y las entradas vía web en la página del festival: https://jazz.cartagena.es.
¡Os esperamos en Cartagena con mucho jazz!
(foto portada de Felipe G. Pagán – Ayuntamiento de Cartagena)