Descubrí a Lucía Martínez Alonso gracias al podcast de Carlos Pérez Cruz. Tras oír aquella entrevista busqué su música, concretamente la de la banda que lidera bajo el nombre de Lucía Martínez and The Fearless y me sorprendió el magnetismo de esta grabación y la originalidad de su sonido; un sonido fresco que no se parece al de ningún otro combo de jazz en activo que yo haya escuchado.
Su vinculación con Alemania (el lugar en que vivo) y con mi tierra natal – Andalucía – me llevó a proponerme el objetivo de verla en directo lo antes posible y de entrevistarla. Lo primero no ha podido ocurrir todavía, pero lo segundo pudo ser el pasado 22 de octubre; una de las conversaciones más interesantes que he tenido desde que empecé a entrevistar artistas para esta página.
Con un pie en Berlín y otro en Sevilla… ¿Dónde salen más conciertos para los proyectos de Lucía Martínez? ¿En España o en Alemania? ¿Cómo está siendo últimamente tu programación musical?
Lucía Martínez: Me siento más casi de Alemania, porque hice mi carrera profesional más potente, más interesante o más intensa en Berlín. Yo me fui joven a Berlín y entonces es un poco desde Berlín, aunque sí que tengo mi cuarteto portugués de toda la vida, desde que empecé a ir a Portugal y eso sí que lo mantengo y tengo algunas referencias en España, gente con la que siempre toco, pero casi siempre tocamos fuera. Justamente hoy hablábamos de eso mi nueva manager en España y yo, que en España poco toco. Este año parece que se soltó la cosa con el proyecto de The Fearless y sí que estuvimos en Vitoria, en Mallorca y el año que viene estaremos en Madrid. Vamos, que empiezan a salir cosas aquí, pero no me imaginaba yo que iba a ser con un proyecto tan grande, tan costoso, digamos, ya a nivel práctico.
Cuesta mucho, o al menos a mí me ha costado mucho llamar la atención de programadores españoles. Yo creo que de primeras no les llama la atención una tía tocando la batería y de segundas ni se molestan en escuchar tu trabajo.
Sin embargo, no eres la única mujer batería en España. Este verano he visto a Naíma Acuña tocando con Abe Rábade
Lucía Martínez: Sí, pero digamos que Naíma va a tocar con gente. En mi caso son mis proyectos, porque aunque yo toco también en los de otros, lo que intento mover son, en lo que puedo, mis propios proyectos. Y eso ya como que corta el rollo, no sé…
Con esto vengo a decir que Alemania sigue tirando más… a la vista está, en mi lista el 80% de mis conciertos son en Alemania, incluso en Berlín, y mínimamente en España. Espero que cambie eso ahora con la gestión que vamos a intentar hacer el año que viene, pero por ahora es más Alemania en todos los niveles: a nivel de grabaciones, de trabajar con otros artistas, de vincularme al teatro, al cine…
¿Qué te trajo a Alemania y porqué decidiste quedarte después del Máster?
Lucía Martínez: Decidí quedarme por la escena musical, básicamente. Porque estaba muy vinculada con el Máster. Monté un quinteto, Azulcielo, e hice el primer disco de la etapa en Alemania y después me empecé a vincular mucho (con la escena local) y me puse a estudiar otro Máster de música y cine y ahí me vinculé con el mundo audiovisual… Y de Berlín es difícil salir. En todos los niveles, desde el artístico al emocional. Es una ciudad que alimenta mucho. Ya no es la cuestión de estudiar o no, sino la cuestión de todo lo que ofrece a nivel artístico.
¿Tiene entonces Berlín tanto potencial como la ciudad “se vende” a sí misma?
Lucía Martínez: Sí lo tiene, está cambiando desde cuando yo llegué hace quince años a ahora. Noto un cambio, ahora Berlín es más capitalista. Antes era una ciudad a la que iban muchos artistas porque –entre otras cosas – era fácil vivir, y eso se está complicando.
Ahora llega un tipo de artista también como con más nivel adquisitivo, incluso norteamericanos, por ejemplo, que vienen como artistas que pueden comprarse un salón grandísimo y hacer su atelier allí y eso se desvincula un poco de lo que había antes. No quiero decir con eso que sea malo, pero es diferente. En ese sentido hay muchos locales que han pasado de sobrevivir disfrutando de hacer lo alternativo a (tener que) desparecer. Por otro lado, todavía se mantiene viva una escena underground…
En tu último proyecto decides integrar al DJ Illvibe en el proceso de creación musical. ¿Qué destacarías de su aportación al proyecto?
Lucía Martínez: Pues realmente cuando decido poner en marcha un proyecto, más que en la instrumentación pienso en los personajes que lo van a tocar y con este proyecto ocurrió un poco lo mismo.
Me gustaba Vincent von Schlippenbach, que es el DJ Illvibe. Le conocía porque es el hijo de Alexander von Schlippenbach que es un gran pianista alemán que vive todavía, es mayor, pero es uno de los grandes pianistas, de primera línea, no de jazz solamente. Él toca en la Philharmonie, un gran pianista de la libre improvisación. Y su compañera, Aki Takase, no la mamá de Vincent, pero sí la compañera de su padre de toda la vida, también es pianista, de lo más como pianista.
Y Vincent es un personaje muy interesante. Porque su manera de ver los tocadiscos no es tanto desde el punto de vista del DJ que hace scratching – que está guay y a mí me gusta y súper… – sino más desde la música. Él improvisa en el tono, es un músico más, es súper colorista. Y eso era un poco lo que yo quería. No tanto «un DJ haciendo efectos, qué guay», que eso lo podía hacer yo también con el ordenador, sino más bien a él como artista y como improvisador.
¿Os acompaña también en las giras?
Lucía Martínez: Sí, él también está normalmente. Aunque a Vitoria vino un sustituto que es otro crack, que es Pelayo Arrizabalaga, un señor de más de 70 años, que vive en Madrid, cántabro y que vivió muchos años en Suiza y está también en la onda de la libre improvisación. Bueno, es un poco diferente porque su sonido es como más antiguo, pero él es que es más mayor. Es una cosa como muy orgánica y también me gusta mucho.
De Vicent, ese punto joven, gamberro, es algo que me gustaba a mí para The Fearless, justamente lo que el nombre también apunta… Y la instrumentación tiene un poco de eso (de atrevido). La trompa no es un instrumento habitual en el jazz porque es muy difícil improvisar con la trompa pero es que ya no es por el instrumento, es que Morris era la persona que tenía que estar ahí, daba igual el instrumento que tocase. También el clarinete bajo, la instrumentación es que es poco habitual, pero es que ellos son también especiales.
Volviendo al DJ, en las piezas se oyen a veces como trozos de conversación, o “viñetas”, no sé si es el término correcto. Eso es aportación del DJ, entiendo. ¿Es así?
Lucía Martínez: Sí. Bueno, yo le decía: «aquí me gustaría que hubiese como conversaciones de una película del oeste»… ese tipo de sonidos, entonces él buscó eso. O como reminiscencias a la ópera, «una voz de ópera que tal»…. Entonces él buscaba en el tono o modificaba la velocidad de los platos….
¿Habéis tenido algún proyecto de referencia? Algo como «nos gustaría parecernos a esto que han hecho estos artistas» ¿O habéis ido por libre?
Lucía Martínez: Sí, fue más una cosa mía de ir experimentando. En principio The Fearless era un trío y después empecé a ver que estaba escribiendo música nueva y pensé que la música nueva que estaba haciendo se merecía una banda grande. Y en esa banda grande estaba el aspecto también de colorista. Entonces estaba pensando como en electrónica, algún músico improvisador electroacústico y de repente me acordé de Vincent, que yo lo había visto en muchos proyectos… y pensé: «¡no, es él!» – comenta entre risas. –
¿Y cuál es vuestro próximo concierto?
Lucía Martínez: Me imagino que en navidad o principios de enero habrá algo en Berlín. Siempre tocamos o en fin de año o en año nuevo. Pero eso será rollo club berlinés. Y después, la siguiente cita grande es en Madrid el 27 de marzo (FIAS) y luego ya lo siguiente previsto es el verano próximo… así que espero que salgan algunas cosas más en España. Este año funcionaron muy bien los dos conciertos grandes que hicimos en España y los chicos de The Fearless estaban felices de salir de Alemania.
Hace poco tocaste en el festival FeminaJazz con Lucía Martinez Quartet. ¿Crees que un festival con este enfoque que tiene FeminaJazz – con el nombre que tiene y lo que defiende – tiene los días contados? ¿O crees que todavía hará falta a medio plazo?
Lucía Martínez: Yo creo que es muy necesario en España todavía. Lamentablemente, pero es necesario. Yo cuando toco en un festival es porque ese año el festival se dedica a las mujeres. Excepto en el de Vitoria en el que sí me llamaron por otras cuestiones artísticas. Mallorca es otra excepción. Pero si no… las únicas veces que toco en España es porque se dedica a las mujeres. Y bueno, pues toca aprovechar esa oportunidad para que te vean y se acuerden de que hay mujeres en el panorama.
Pero hay una coletilla que a veces veo y que a mí me molesta bastante y es la de «en clave femenina» y cosas del estilo. La música no tiene género y no tiene por qué tener una asociación de género. Y en ese sentido te hacía también la pregunta anterior, porque el nombre de ese festival puede llevar también un poco a ese vicio…
Lucía Martínez: Si, hasta incluso no sé si es comercial ya hoy en día… Hablando ya de lo práctico. Incluso no sé si echaría para atrás a alguien. A mí no, no me echaría para atrás, todo lo contrario. Pero a lo mejor a otro grupo de gente sí. Son cosas con las que hay siempre que lidiar. Yo lo que veo es que en España no se respeta ningún tipo de cuota – aunque sea a un nivel emocional, aunque sea por vergüenza – por decir, por lo menos molestarse en buscar algo. Entonces la gente programa o los ayuntamientos programan por book… Hay un booker que tiene un grupo de gente y los festivales se montan con los artistas que lleva el señor en cuestión.
Y ya está, da igual. Y después el resto se rellena con gente que cueste poco, sea barata. Y así rellenan festivales de cinco o seis días. Es penoso, porque yo dirigí un festival y nosotros no regateábamos a los grupos españoles y yo me preocupaba de buscar grupos en los que hubiese presencia femenina, porque es un 50% de la sociedad… ¡Algunas tiene que haber! Si no son conocidas es porque no tienen su espacio. El agente cultural tiene que buscar, investigar. Uno cuando va a hacer una investigación de matemáticas también tiene que estudiar. No lo sabes todo de antemano. Y yo considero que el agente cultural no lo tiene que saber todo. ¿Acaso el que vende pinturas sabe de todos los pintores? ¡No, no sabe de todos! Tiene que estudiar, a veces le toca vender a alguien y tiene que estudiarle… ¡Pues en música no! ¡En música, los concejales de cultura lo saben todo de antemano!
Es muy complicado, yo espero por eso que festivales así – como el de FeminaJazz – no tengan los días contados. El aspecto político tiene tela, pero el aspecto más práctico de que se empiecen a ver nombres, es bueno.
Bueno, vamos a viajar un poquito más al sur de Madrid. Hay un proyecto en el que te he visto tocar. No sé si fue una aparición puntual o si te seguiremos viendo allí. Me refiero a la Clasijazz Valparaíso Big Band. ¿Cómo se ve este proyecto desde dentro? ¿Y qué destacarías?
Lucía Martínez: Eso fue un movimiento de Pablo Mazuecos que es una máquina de convencer. Es maravilloso. Yo no sé cómo consigue tantas cosas.
Ya llevaba mucho tiempo intentando llevarme a Clasijazz pero nunca cuadró porque desde Alemania, con un cuarteto o con un quintento era difícil, nunca había posibilidades. Él al final lo consiguió y “me lió” para el primer encuentro de esta orquesta, que fue este pasado mes de febrero. ¡Y hasta grabamos y todo! Yo fui con mi familia, con la niña también.
Y bueno, es un montaje grande. Yo tengo ahora muchos proyectos a nivel particular, doy clases en el conservatorio… A mí me resulta muy complicado ir a todos los encuentros. Cuando pueda iré, porque está guay, pero por amor al arte. Por amor a participar en una orquesta, que siempre es una pasada. En el primero encuentro hablamos mucho, hicieron también un vídeíto, y se habló mucho también de lo que significaba que nos juntásemos todas ahí, y cómo funciona, cómo no funciona… En el primer encuentro no teníamos ni directora ni director ni nada. Nos organizamos nosotras y fue muy democrático, la verdad. Siendo como somos que todas somos de un carácter fuerte. ¡Y funcionó! Me gustó eso de que funcionó así. Llegamos a acuerdos fácilmente sin gran estrés. Y luego dicen… «no, es que cuando trabajan sólo mujeres»… Es que esos estereotipos son espantosos.
Creo que los vídeos que hay en las redes hablan por sí solos. Vi hace poco para refrescar memoria vuestra versión de Ptah El Daoud, de Alice Coltrane y me pareció flipante. A mí me emociona mucho pensar que algo así haya ocurrido en Almería.
Lucía Martínez: Sí, la verdad. Pablo decía: «¡Esto es un hecho histórico!» Y claro que sí. Tiene toda la razón, hay que darle valor a las cosas. Parece que nosotras no pudiéramos darle tanto valor a las cosas. Y creo que ahí es un poco de este sentido de inferioridad que poco a poco se va rompiendo. Parece que yo no puedo hablar bien de mis proyectos ¡Cómo que no! Ya es hora de que también yo pueda hacerlo.
Y con la orquesta, bueno, ojalá siga. Conmigo ahí, yo encantada. Sin mí también. Porque es bestial, ahí hay unas mujeres de un nivel que es una pasada.
Sí. Hay algo del proyecto que me gusta mucho y es que hay chicas super jóvenes que creo que no las conoce nadie todavía que están tocando con personas como Rita Payés, que tiene más de 30 mil seguidores en Spotify, que están haciendo giras a nivel europeo, o contigo, que tienes una carrera consolidada. Esa combinación me parece muy fascinante. ¿Cómo lo ves tú?
Lucía Martínez: Pues sí, fascinante y necesaria. Creo que es una manera muy inteligente de trabajar. De mezclarse y de compartir, unas con otras. Y sobre todo también por los temas de conversación que salían. Había chicas de dieciocho años o de diecisiete, que a lo mejor nunca se habían planteado algunas cosas, porque habían crecido en otro contexto, digamos… Quizás con más apoyo. Por ejemplo, no daban crédito a que hubiese diferentes cachés entre hombres y mujeres. Que por un proyecto de una mujer se pagase menos dinero, pero eso es verdad, a mí me pasó.
Vamos a seguir por Andalucía. Cuéntame un poco más sobre tu faceta profesional en Sevilla. Y también en qué otros proyectos por el sur de España podríamos contar con Lucía Martínez.
Lucía Martínez: En Sevilla soy profe del Conservatorio Superior de batería de jazz, desde hace poquito. Estoy casi aterrizando. Y muy bien. Yo vengo de otro país diferente – digo de Alemania – y de otro jazz que no es el jazz de tradición norteamericana y creo que en ese sentido es bonita la aportación, pues no es una aportación estándar de jazz. Además, creo que es más interesante hablar de música que encuadrar en un estilo determinado. Y creo que, si algo puedo aportar en ese sentido, y a gente que ya es profesional – la mayoría de mis alumnos son profesionales, algunos más mayores que yo – es el aspecto estético de la música. Porque aquí hay mucho potencial. En Andalucía es bestial: el que viene del flamenco es un virtuoso, los que tocan jazz norteamericano, también tocan super bien. Hay guitarristas por todos lados, percusionistas… Hay mucho potencial y gente que toca muy bien.
Pero quizá no están “tan en Europa”. A España le cuesta mucho (musicalmente hablando) estar en Europa. Sí que da el salto del Atlántico y va hacia los Estados Unidos, pero Europa parece que no existe. Francia, Alemania, Italia… ¡Ni siquiera Portugal que lo tenemos al lado!
¿En qué sentido dices esto?
Lucía Martínez: En general en España se hace un jazz muy conservador o una música muy conservadora. En Finlandia se programa música contemporánea, pero aquí miramos demasiado atrás. Somos muy conservadores y el jazz es bastante conservador. Y bueno, esa mirada a Europa, Portugal sí la hace, la hace porque quizás ya tenían relación con Inglaterra, pero nosotros no tenemos relación ni con Portugal ni con Francia. Quizás Cataluña sí tenga más relación con Francia, pero en Andalucía es que no tenemos relación ni siquiera con el norte de África. ¡Como que nos quedamos aquí!
Y ese aspecto más moderno es lo que yo creo que les puedo aportar a mis alumnos.
En cuanto a proyectos en Andalucía, estoy tocando con Juana Gaitán que es una cantante colombiana que acaba de sacar un disco ahora y grabamos, y está bien, está guay. Ella también se mueve mucho, está intentado conseguir cosas.
O sea, que el nombre de Lucía Martínez se está oyendo ya también en Sevilla
Lucía Martínez: Sí, ayer grabé con Pedro Cortejosa, grabamos unos vídeos para un proyecto nuevo de él, y sí, me llaman. Pero no tengo tanta capacidad para hacer todos los proyectos que me gustaría, porque entre el conservatorio, mis proyectos…..y después los cuatro o cinco proyectos más que vengan. Pero bueno, bien, poquito a poco se hace camino aquí también en España, y en Andalucía, sobre todo.
Por último, y ya volviendo a Alemania para cerrar. Me llamó mucho la atención que estudiases en la Filmuniversität de Babelsberg, un nombre que tiene un halo mítico… Cuéntame un poco de esa etapa formativa y porqué elegiste esa institución.
Lucía Martínez: El cine es otra de mis pasiones. A mí me hubiese gustado estudiar dirección también o algo así, aunque todavía estoy a tiempo – comenta Lucía entre risas –.
En Berlín hay dos escuelas, la del Este y la del Oeste. La del Este es la de Babelsberg, que está en Potsdam. En esta universidad está el Master en Filmmusik (música de cine). Tenía ya amigos estudiando dirección allí y me vinculé con la escuela, con los compañeros y al final me decidí también a hacer este Máster porque también te daba la posibilidad de trabajar con orquesta sinfónica, dirigirla, escribir para orquesta, grabar y hacer producciones grandes. Al final me metí e hicimos una producción grande, nos fuimos a Hong Kong, hicimos otra en Cuba, en fin, muchos proyectos, algunos míos también… y Hörspiele también (algo así como radionovelas) y la verdad es que aprendí mucho porque además allí podías ir a clases de lo que querías. Allí también conocí a Fernando Trueba que vino a dar un curso… Me vinculé con gente muy guay. Y la escuela es Este total. Los estudios de Babelsberg están ahí. La facultad está dentro de los estudios de cine. Cuando hacía falta íbamos para allá a rodar… Nuestro profesor de dirección de orquesta venía con calcetines rojos y sus apuntes eran en ruso. Vamos, que esto no es que pase en dos años. Todo ese peso está ahí. Para mí fue bonito porque descubrí otra Alemania.
Una buena entrevista. Había escuchado algunos temas de Lucía Martínez, que me parecieron bastante interesantes. Le prestaré más atención. Está muy bien que amplíe las miras de lo que se hace normalmente en España.
Tengo discrepancia con lo de las cuotas. Las mujeres son el 50% de la sociedad, pero no son el 50% de los músicos. Meter la cabeza es difícil para todos. Cada uno puede aprovechar lo que le salga, pero digamos las cosas como son.