Hacía unos meses que no colaboraba con MásJazz. La vuelta a esta mal llamada “nueva normalidad” y el apenas parar por casa, me han obligado mal que me pese, a reducir al mínimo mi colaboración con otras publicaciones. Y sin embargo, cuando el pasado 30 de noviembre Fernando me llamó por teléfono para comentarme que no podía ir al concierto y que si me apetecía pasarme por ahí y de paso enviarle una crónica, no podía decir que no. Al fin y al cabo, ¡se trataba de ver a Charles Lloyd!
Tal y como cuento en la crónica, lo importante no son como empiezan los conciertos, sino cómo acaban y sobre todo, la sensación que te dejan en el paladar. Y en este caso, la sensación fue de las buenas. Al final de la noche, tras los primeros aplausos y bajo la luz de un foco dorado, Gerald Clayton tocaba las primeras notas de “La llorona”, introduciéndonos poco a poco en el lamento de este conocidísimo tema mexicano.
Al poco, de forma sigilosa Kendrick Scott retomaba su puesto en la batería y Reuben Rogers hacía lo mismo con el contrabajo. Para cuando Charles Lloyd atacaba de nuevo con su saxo, todos los que estábamos escuchando manteníamos la respiración y cantábamos por dentro.