Cab Calloway

Cab Calloway: del jazz al rap…en 1930

Cuando pensamos en los orígenes del rap o del hip hop como movimiento cultural, resulta inevitable situarnos a principios de los años 70 y muy probablemente, en el Bronx de Nueva York, donde las conocidas como block parties, llenaban de nuevos sonidos la ciudad.

Sin embargo si examinamos los elementos que hacen del rap un estilo musical diferente y con características propias, debemos viajar mucho más atrás. Algunos años antes de que los MC se convirtieran en los reyes de Harlem, pioneros como The Last Poets, Gil Scott-Heron o Jalal Mansur Nuriddin rimaban sus letras sobre un fondo musical. Mucho antes de ellos, Cab Calloway se convertía en la década de 1930, en el primer “rapero” de la historia.

Del scat al rap

Nacido en 1907 bajo el nombre Cabell Calloway III en una familia de clase media en Rochester (Nueva York), el joven Cab Calloway recibió desde muy joven una educación musical, comenzando por su madre, Martha Eulalia Reed, que era profesora y pianista de iglesia. En edad escolar recibió clases privadas de música y canto y aunque sus padres no aprobaban el jazz, no tardó en frecuentar y finalmente tocar en varios clubs de Baltimore, donde sus mentores fueron el baterista Chick Webb y el pianista Johnny Jones.

Para 1930 Calloway se había convertido en un importante músico de scat y dirigía una big band que no tardó en convertirse en una de las orquestas de jazz más famosas y solicitadas de la época. De hecho a lo largo de los ’30 y los ’40, por la banda de Calloway pasaron estrellas de primer orden como el trompetista Dizzy Gillespie, los saxos Ben Webster y Leon “Chu” Berry o el bajista Milt Hinton.

Pero para muchos, Cab Calloway haría historia en 1937. Fue en ese año cuando el popular artista tomaría una conocida canción judía , “Abi Gezunt”, y la convertiría en el origen de las convenciones estilísticas que muchas décadas más tarde estarían en el origen del del rap. No es de extrañar que cuando los historiadores de este género urbano echan la vista atrás, el primer nombre que surge de manera tal vez no intencional es el de Calloway.

Las claves de “Abi Gezunt”

Si tenéis la oportunidad de hacerlo, escuchad “Abi Gezunt” en este enlace que comparto con vosotros. ¿No suena a rap verdad? O al menos no suena al rap que estamos acostumbrados a escuchar desde los años ’80. Pero si escuchamos con atención, vamos a descubrir unas cuantas claves que la convierten en una pieza única.

En primer lugar, observemos cómo lo primero que hace Calloway es introducir a los músicos de su orquesta, algo que desde luego no se hacía en la época y que mucho más tarde se relacionó como un sinónimo del “black power”, demostrando que los músicos pasaban de ser instrumentos musicales, para ser seres humanos con encanto y rasgos personales diferentes.

A continuación Calloway comienza no tanto a cantar, sino a rimar frases, dando lugar a un tipo de lenguaje personal y diferente, que utiliza una jerga que solo las personas “iniciadas” pueden comprender en su totalidad. La letra, completamente desenfadada e irreverente, reproduce además estereotipos de esa masculinidad exagerada y machista que mucho más tarde llegaría al rap, y que utilizaba un particular sentido del humor como arma, en la que además se involucraba al público en la actuación, creando un vínculo.

Esta forma de cantar y de conectar con el público (por no hablar de los mensajes que trasladaba) era muy diferente al estilo de músicos coetáneos como Louis Armstrong o Nat King Cole, cuyas composiciones carecían de ese sentido de juego divertido, esa jerga y mensajes en clave que sí que comenzamos a encontrar desde entonces en muchos de los temas de Calloway.

Calloway y su legado

Como haría el rap a finales de los años 70, las letras que Calloway introducía en sus temas recreaban ese mundo en el que quería vivir la juventud de la época, por lo que habitualmente incluían fiestas salvajes, sexo y celebración del baile y de las drogas. De forma más o menos “críptica”, algunos de estos temas (como en “The Viper’s Drag”) se expresaban en una jerga propia: el jive talk, mientras que otros eran totalmente explíctos, como en un “Refeer Man” protagonizado por un traficante de droga.

También las había por supuesto, como “Scat Song” o “Are You All Reet” en las que básicamente, de lo que se trataba era de crear trabalenguas lingüísticos similares a con los que se jugaría mucho más tarde en el rap. En el caso de “Scat Song”, Calloway imitaba los ritmos de jazz hablado que Louis Armstong había popularizado algunos años antes, con onomatopeyas sin sentido y balbuceos infantiles…porque para Calloway, el scat era un elemento liberador, un agarrarse a la juventud eterna.

Y sin ser políticamente comprometidas (algo por otro lado impensable en esos momentos), sí que en algunas de sus canciones encontramos crítica social y cierta sátira. En temas como “Tarzan of Harlem” y “Jess’s Natu’lly Lazy”, llega en este sentido a criticar los estereotipos blancos y el racismo de la época.

En la primera, se burla astutamente de los temores de los blancos hacia el hombre negro, asegurando con lengua en la boca que este Tarzán urbano “realmente no quiere hacerte daño”. En “Jess’s Natu’lly Lazy”, Calloway utiliza una voz y un dialecto exagerados para evocar los estereotipos históricos del “negro” perezoso del sur, y luego la incongruencia para celebrar en lugar de condenar ese “estilo de vida fácil”.

Pero lo cierto es que nos guste más o nos guste menos, la historia de la música popular no sería la misma si un personaje como Cab Calloway no hubiera existido. Su sentido del humor, su expresión juvenil, el uso de un lenguaje descarado, el empleo de la imagen para su propia promoción, son elementos centrales que se verán décadas más tarde en el rock y en el rap.

De esta forma, Calloway conectaba directamente con lo que ocurriría décadas más tarde en los guettos de las ciudades americanas: era unificador y ofrecía a la población algo con lo que “comulgar” y celebrar, con lo que escapar del estrés y de la tristeza devastadora de la gran depresión.

Y es como explican en Pop Matters, “ era una forma de evasión cómica del cuerpo y la mente; engatusó a los jitterbugs (el Jitterbug es un término que acoge todas las modalidades del baile del Swing muy popular en las décadas de 1930 y 1940, bailado con gran energía y acrobacias al ritmo de las Big bands.) para que bailaran y convirtió la jerga “hep” en una propuesta irresistible. Si eras “hep to the jive”, formabas parte de un club, uno identificado con la integración racial y el hedonismo, uno en contra de las rígidas reglas y prejuicios de los adultos”.

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