International Jazz Day

International Jazz Day 2022: los irreductibles

Pocos días son tan importantes para los que amamos el jazz como el International Jazz Day. Y no solo porque es el día en el que se reconoce el valor que tiene el jazz y todo lo que ha aportado a la historia, sino porque es un día de celebración, de reivindicar valores como la amistad entre pueblos, el respeto de los derechos civiles, la tolerancia…y todos esos sustantivos que en la boca de los políticos a menudo suenan huecos, pero que los jazzeros siempre hemos hecho nuestros.

Por eso Herbie Hancock, que habitualmente ejerce como maestro de ceremonias del «Global Concert» que supone el pistoletazo de salida a las celebraciones de este día, suele afirmar que el jazz es mucho más que un género musical: es una herramienta para la paz. Y así ha sido una vez más.

En la celebración de este año y después de la estupenda actuación de la cantante de blues Shemekia Copeland, ha afirmado que el jazz es una «expresión de paz, tolerancia y diálogo, que puede ofrecer esperanza y curación en estos momentos tan turbulentos. Las crisis humanitarias que estamos viendo en múltiples sitios del planeta y los problemas que ha traído la pandemia, dan un nuevo significado a lo que el jazz y la música pueden hacer para llevar fuerza, esperanza y calor a los corazones de pueblos como el ucraniano».

Probablemente para quien no vive el jazz, para los que consideran que es un género musical más o tan solo una forma de entretenimiento, estas palabras puedan sonar tan extrañas como pretenciosas. No lo son. Basta repasar la historia, para descubrir cómo el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos no puede entenderse si no se entiende además el papel que jugó el jazz como su máxima expresión cultural; o cómo esa alegría que vive en esta música maravillosa, ha querido ser arrancada de raíz en muchos países poco amigos de la libertad. De la libertad de verdad.

De libertad como la expresa Gregory Porter cuando después de su actuación en este concierto explica que «el International Jazz Day supone volver a recordarnos en pensar en la comunidad, en pensar más allá de uno mismo y expresar amor y pertenencia»; o Pedrito Martínez que declara que «es pertenecer a una familia a la que solo puedes estar agradecido»; o Lizz Wright quien dice que » nos pone en una enorme y significativa conversación con el resto del mundo, porque el jazz hace que nos sintamos ciudadanos del mundo…y eso es un motivo de orgullo».

Por eso y aunque sin duda el gran concierto internacional que se celebra cada año es el momento más esperado, no es el más importante. Resulta mucho más interesante descubrir cómo coincidiendo con ese día, ciudades de todo el mundo se vuelcan a la hora de organizar conciertos, poner en marcha actividades educativas u ofrecer charlas que aseguran que el jazz consigue que el mundo sea un poquito mejor.

En España, ciudades como Alicante han organizado conciertos benéficos, en Torremolinos, sus ciudadanos se han echado a la calle con desfiles y música en las plazas y los ayuntamientos de Barcelona, Zaragoza, Las Palmas, Girona…han reivindicado el espíritu de este día tan bonito. En Madrid sin embargo, esa ciudad que hace tan solo unos años aseguraba que se iba a convertir en la capital mundial del jazz, este día ha pasado sin que nadie lo sepa.

Del fantástico espectáculo que pudimos ver en la plaza de Colón en 2018 y 2019 no queda prácticamente nada y, en manos de los organizadores de «La noche en vivo», el International Jazz Day ha quedado reducido a 4 conciertos que se diluyen en la programación de las fiestas del 2 de mayo. Incluso el año pasado, cuando la mordida al jazz ya era evidente, el ayuntamiento se esforzó en programar unas jornadas que llegaron al aprobado. En 2022, el silencio con que el equipo municipal ha recibido el 30 de abril ha sido elocuente.

Pero afortunadamente el jazz lo forman las personas y pertenece a las pequeñas comunidades. Y en Madrid, algunos de los que amamos el jazz nos pudimos reunir en JazzyMás, uno de esos espacios mágicos que como decía Goscinny al principio de cada álbum de Asterix, «resiste, todavía y como siempre, al invasor». Larga vida al jazz.

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