Manuel Fortiá
Artistas, Discos, Entrevistas

Manel Fortiá: «A veces nos olvidamos del tremendo poder que tiene la música»

El contrabajista Manel Fortiá estrena «Despertar», su primer disco como líder, tras una interesante trayectoria que le ha llevado a colaborar con músicos como Marco Mezquida, Antonio Lizana, Albert Marqués, Chano Domínguez, Dave Liebman, Eliot Zigmund…

Editado por Microscopi, el propio Fortiá nos cuenta que «Despertar» presenta un autorretrato musical basado en una selección de originales enérgicos, todos inspirados en sus experiencias mientras vivía en la ciudad de Nueva York entre 2016 y 2020. Su discográfica añade además que Fortiá crea una música suave y personal que deja destellos de influencias tan variadas de músicos como Charlie Haden, Keith Jarrett, Maurice Ravel y Paco de Lucía, entre otros.

El disco, grabado a trío junto al pianista Marco Mezquida y el batería Raphaël Pannier, es además un viaje onírico, en el que el título «Despertar» hace referencia a la última canción del álbum, contrastando claramente con la primera de éste que se llama «Dormir». En Caravan le hemos entrevistado.

Voy a hacerte ese pregunta que le hago a casi todos los que pasan por Caravan. ¿Cómo entras en el mundo del jazz y de qué forma te introduces en esta música?

Manel Fortiá: Pues mira, me gusta que me hagas esta pregunta. La culpable de todo esto es el Sunset Jazz Club de Girona, que es el club de jazz que quedaba más cerca de donde yo nací, en un pueblo que se llama Cassá de la Selva.

Ahí fue donde yo vi los primeros conciertos de jazz y donde también me subí a las primeras jam sessions. Mi fascinación por el jazz nació un poquito ahí, porque sí que es verdad que siempre me había gustado mucho la improvisación. Aunque cuando era más pequeño lo que más me gustaba era el rock, sobre todo el rock progresivo. Después me empezó a gustar el funk y la música negra.

Al principio empecé con la guitarra y luego me cambié al bajo. Y lo que me fascinó fue el poder rítmico que tenía este instrumento, en comparación con la guitarra. Y a partir de ahí, tras ir a ver conciertos en Sunset, de músicos que me inspiraron y que me ayudaron a descubrir todo este mundo de la improvisación del jazz, fui adentrándome. Claro a continuación tuve la necesidad también de estudiar, de enriquecerme y progresar como músico.

Parte de esa formación ha sido en el Taller de Músics de Barcelona

Manel Fortiá: Yo empecé en el Taller de Músics y después terminé mi formación en el ESMUC (Escuela Superior de Música de Cataluña). En el Taller de Músics te encuentras siempre con músicos de primera línea, que pueden transmitir mucha sabiduría. Aparte, tiene mucha historia y un método de enseñanza muy claro y muy probado.

Y entonces claro, cuando empecé a interesarme por el jazz veía que la cosa armónica realmente se tenía que estudiar para entrar dentro. Tenía esa necesidad de querer aprender y la verdad es que el Taller de Músics me dio muchas herramientas que me permitieron desarrollar mejor mi estilo y mejorar como músico.

Es el espacio que te permite además rodearte de muchas de las personas que después serán clave en tu carrera, con los que trabajarás en todo tipo de proyectos.

Manel Fortiá: Claro, yo venía de la escena de Girona, donde desde el principio los conoces a todos. Y sí que es verdad que si llegas a una ciudad sin conocer a nadie pero no te metes en ninguna escuela, todo es más difícil.

Pero si entras en una escuela ya te encuentras rodeado de una gente que está con tus mismas inquietudes; ves como cada uno va creciendo como músico y se convierten en personas con las que ya tienes un vínculo, con las que después puedes trabajar. Y sí, la verdad es que hay personas con las que sigo tocando desde que nos conocimos ahí.

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Cuentas que «Despertar» es una autorretrato musical de tus experiencias en Nueva York. ¿Cómo fueron esos cuatro años para ti?

Manel Fortiá: Nueva York para mí fue la mejor escuela a la que he ido nunca. Cuando te vas a Nueva York, Barcelona se convierte en un pueblo. Te vas a una ciudad donde aún hay más músicos, más estilos diferentes de creatividad, más música en directo, más cultura…más de más de todo y todo a un nivel muy alto.

También descubres que dentro del jazz hay muchos sub-estilos y que cada sub-estilo tiene un local de referencia y su propia escena, su propio público…Bueno, te das cuenta de la variedad y la riqueza que tiene que tiene el jazz o la música moderna.

Para mí fue la oportunidad de conocer mucha gente, influenciarme de muchos músicos diferentes y sobre todo aprender.

Nueva York por otro lado tiene fama de ser realmente dura e hiper-competitiva, lo cual puede llegar a ser frustrante cuando todos son tan buenos. ¿Nunca echabas de menos Barcelona?

Manel Fortiá: Tal vez sí, la parte más mediterránea y humana que tenemos aquí. También el poder tener una vida más relajada, el poder disfrutar de una buena comida. En Nueva York tienes que renunciar un poquito a eso.

Se convierte todo en una vida donde no puedes comer tan bien, tienes que trabajar para poder pagar el alquiler, es todo más más caro…entonces los placeres que igual aquí no valoramos…esos momentos de relax sí que se echan de menos.

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En tu álbum hay todo un viaje que va del «Dormir» con el que se abre el primer tema, al «Despertar» del último

Manel Fortiá: Este álbum quise que que tuviera concepto de como si fuera un sueño. De alguna forma refleja mis experiencias en Nueva York y de alguna forma, también podría ser como una representación de esto que me llaman sueño americano. Es como si este disco fuese mi propio sueño americano.

Me gusta también el hecho de que la música tenga este mundo de los sueños dentro. Que haya magia, que se pueda ir de un clima a otro sin que el transitar sea muy brusco.

Esta magia que tienen los sueños, que de golpe todo se va convirtiendo y no sabes cómo…esa cosa que ha empezado de una forma después termina de otra. Para mí, esto es uno de los elementos que más me gustan de la música; la forma en la que Keith Jarrett en un piano solo te lleva de un sitio a otro, a espacios totalmente opuestos sin que te des cuenta. Ese viaje sonoro.

Y en ese viaje onírico, en el que vas de un sitio a otro sin darte cuenta…¿cuánto hay de escrito, de programado y cuánto de esa improvisación que nace cuando te pones a tocar o a componer?

Manel Fortiá: Depende de los temas. Hay algunos que el grado de improvisación es más alto y que depende también un poquito de la interacción que tengamos en el momento y de la escucha. Creo que la buena escucha es de las cosas más importantes que hay que tener.

Entre otras cosas escogí a Marco Mezquida y Raphaël porque son grandes escuchadores. Me entiendo muy bien con ellos y sé que pensamos de la misma forma. Cuando uno tiene una idea, sé que los otros lo entenderán bien, que llegaremos a un consenso.

Esto es importante para que los temas que igual están más abiertos, acaben teniendo también este componente de viaje creativo. Habrá otros, como «Despertar», que tenga una dirección más compuesta y más clara hasta hasta dónde ir y hasta dónde llevarlo. Pero lo más importante es que el grupo esté con las orejas abiertas y con una dirección o unos gustos musicales similares.

En ese sueño americano, que es lanzar este disco, ¿te has dejado muchas cosas por el camino? ¿Te has convertido por otro lado en un músico diferente?

Manel Fortiá: Supongo que he cambiado, o que al menos, he evolucionado o he aprendido, porque también es la primera vez que grabo un disco como líder, con composiciones mías y que tengo que darle forma a todo eso, pensar en el concepto y lo que quiero transmitir.

Esto para mí ya requiere un aprendizaje, una madurez y dar un paso más como artista. Más que todo, creo que ha sido una evolución para mí y dar un paso más. Cuando hablo de «Despertar» también me refiero a que estoy despertando yo como líder. Me estoy enfrentando a retos nuevos, con reflexiones también que tuve que hacer a partir del confinamiento, en un momento en el que me encontraba en Nueva York y la situación era una auténtica pesadilla.

En este disco trabajas con Marco Mezquida y con Raphael Pannier. ¿Cómo surge la idea de colaborar y poner en marcha este proyecto?

Manel Fortiá: Pues con Marco habíamos grabado un disco a dúo, «My old flame» hace unos años y es uno de los músicos que desde que lo conocí y quedamos para tocar un día…ya desde la primera nota que hicimos juntos ya vi que que había magia.

Aparte le admiro mucho como músico y además de en ese dúo, hemos coincidido en otros proyectos; es uno de los músicos en que los que siempre pienso cuando necesito un pianista que tenga un concepto parecido al mío y con el que esté seguro de que me voy a entender.

Con Raphaël me pasó un poco lo mismo. Ya había grabado antes un disco en 2018, también con Albert Marqués, al que conocí en Nueva York y con el que hemos tocado mucho. Con Raphaël, el primer día que lo conocí e hicimos la sesión, hubo una magia muy potente que hizo que nos entendiésemos muy bien.

Es un tipo de batería que combina la tradición rítmica de haber estado en Nueva York, con toda esa potencia, con una tradición europea más colorística. Y aunque ha vivido mucho tiempo en Estados Unidos, también tiene esa sensibilidad europea más próxima a la música que yo hago. Para mí, es un batería muy completo.

Cuentas que este es tu primer álbum como líder en el que todos los temas son propios y originales. Tras haber trabajado como co-lider y sideman en muchos otros álbumes, ¿cómo ha sido este proceso de tomar las riendas y dar ese salto?

Manel Fortiá: Yo me hubiese quedado más tiempo en Nueva York y para mí la pandemia cambió un poco mis planes. Al principio, en lo que fue una situación muy desgraciada para todos… tuve que volver y para mí, el hecho de volver a Barcelona fue un pequeño shock.

Al principio lo tuve digerir, porque no era algo que estaba en mis planes, pese a que también tenía una parte de mí que quería volver porque tienes añoranza, pero no quería hacerlo tan pronto. El hecho de asumir esto, me hizo como auto-animarme con nuevos retos, a hacerlo también en un momento en el que ser músico parecía no tener mucho sentido.

Me propuse concentrarme en crear algo mío, lo que me dio además la energía de crecer en otro sentido y de descubrirme de otra forma. Fue darme cuenta de que había llegado el momento y en vez de hacerlo con músicos de Nueva York, como lo tenía planeado para más adelante, hacerlo con amigos míos y tal vez poder hacer así una música más sincera o más auténtica.

Has citado antes a Albert Marqués. Tú tuviste la oportunidad de colaborar en su proyecto «Freedom First» en la que un grupo de músicos de jazz pedís la libertad para Keith Lamar. ¿Qué papel crees que juega hoy en día el jazz en la defensa de los derechos civiles? ¿Crees que ha perdido un poco ese «punch» que podía tener en los años ’60?

Manel Fortiá: Bueno yo creo que el poder aún lo tiene, lo que pasa es que igual no se está utilizando tanto como antes. Pero la música tiene mucho poder y está bien que nos lo recuerden, porque muchas veces no nos damos cuenta.

El caso de Keith Lamar es un claro ejemplo: cómo un un señor que está en corredor de la muerte, gracias a John Coltrane sigue con esperanza de vivir y de mejorar las cosas, ya no solo para él, sino para que en el futuro esto no vuelva a suceder.

Seguramente John Coltrane, cuando grabó «A Love Supreme» nunca se hubiera imaginado que años después habría un tipo en el corredor de la muerte encontrando sentido a la vida gracias a este disco. Para mí esto es muy potente, es realmente lo que te hace tomar a la música de una forma diferente.

Sabes que esto tiene repercusión en la vida de las personas y aunque a veces nos hagan creer que a nadie le importa la música o que ya a nadie le interesa el jazz, que no hay público… no nos tenemos que dejar llevar por este sentimiento. La música es parte de la vida y tenemos tratarla con el respeto que se merece.

Fotos: Aleix Campos.

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