Lo prometido es deuda. Al final de nuestro artículo Brad Mehldau: sus diez mejores discos (I), os aseguramos que no tardaríamos en publicar una segunda parte. Los que recogemos a continuación pertenecen (menos el primero de ellos) a la segunda parte de su carrera, la que arranca en 2010 y llega hasta la actualidad.
Hablamos de doce años en los que sin alejarse del mundo del jazz, es cierto que Mehldau se ha atrevido mucho más que antes, a desarrollarse en otros géneros como pueden ser la música clásica, el rock progresivo o un avant-garde en el que se dan cita todo tipo de estilos, demostrando que puede llegar a ser un músico total. Por supuesto y como ya nos ha ocurrido en la primera parte, nos dejamos fuera muchos discos que se hubiesen merecido estar aquí…así que esperamos leer qué es lo que más os gusta a vosotros en nuestros comentarios.
Places (2000)
(Brad Mehldau, Larry Grenadier, Jorge Rossy)
Para el primer disco de esta segunda parte de nuestro especial, damos un salto atrás y nos quedamos en este “Places” que Mehldau grabó con su primer trío.
La mayor parte de los temas que forman parte de este álbum se compusieron en plena gira y de hecho, los títulos hacen referencia a algunos de los sitios que Mehldau visitó a lo largo de la misma (hay un precioso tema dedicado a Madrid de hecho).
Las once composiciones tienen en común la repetición de riffs y vamps que Keith Jarrett ha explorado en muchos de sus discos y que en este caso mueve a todo tipo de direcciones diferentes. Es un disco en el que además los temas dejan de ser independientes, presentándose para el que lo escucha como un conjunto único, bien proporcionado y en el que contemplación y momentos de fuga se mantienen en un equilibrio casi constante durante toda la grabación.
Highway Rider (2010)
(Brad Mehldau, Joshua Redman, Matt Chamberlain, Dan Coleman, Larry Grenadier Jeff Ballard)
Tras Largo (2002), Brad Mehldau volvería a colaborar con Jon Brion en este “Highway Rider” un disco para el que recuperaría al saxofonista Joshua Redman y en el que contaría con el acompañamiento de una orquesta de cámara dirigida por Dan Coleman.
De alguna forma, las ideas que presenta Mehldau son similares a las que vimos en “Largo”, si bien es un disco que se inclina algo menos por las formas pop e incluso experimentales del primero y tiende más a alinearse con arreglos de música clásica.
Dicho de otra forma: si desde Charlie Parker casi todos los jazzistas sueñan con grabar un disco “with strings”, probablemente este sea el que más se le acerque en la carrera del genial pianista.
Nearness (2016)
(Brad Mehldau, Joshua Redman)
“Nearness” es sobre todo una historia de amistad. La que mantienen Mehldau y Redman desde los años 90 pero que acabó por consolidarse como pocas en la gira que ambos realizaron a lo largo de 2011 por Europa.
En este sentido, en este disco se recogen distintas actuaciones en directo grabadas en España, Suiza, Países Bajos, Alemania y Noruega. Aunque podemos escuchar algunas composiciones propias, sin duda lo que destaca de este disco es la reinterpretación y la complicidad que ambos muestran a la hora de ponerse manos a la obra con standards, mostrándose como dos músicos en el momento cumbre de sus carreras.
Lo que hace que estas grabaciones sean tan atractivas es la forma en que Mehldau y Redman juegan el uno con el otro, bailando alrededor de la melodía, entrando y saliendo de la armonía en un estilo conversacional en el que uno acaba las frases del otro. Por ejemplo, en “Ornithology”, es casi como si Redman empezara una canción de una manera y luego Mehldau cambiara la conversación, llevándolos por una ruta totalmente alternativa.
After Bach (2018)
(Brad Mehldau)
Leemos en el libreto de este disco que “como organista profesional, gran parte del trabajo de Bach tomó la forma de improvisación, y durante su vida fue el virtuosismo y la complejidad de estas improvisaciones por lo que fue más admirado. Unos tres siglos después, Brad Mehldau retoma esta tradición”
Como en muchos otros grandes pianistas del jazz, la música clásica juega un papel fundamental en la carrera de Mehldau y así lo ha demostrado en más de un disco. Y si en su aclamado “Elegiac Cycle” (1999) sus referentes eran compositores como Chopin, Brahms o Schumann, en este “After Bach”, es evidente que el homenajeado no es otro que Johann Sebastian Bach.
A lo largo del álbum, descubrimos a un Mehldau investigando y hasta cierto punto reinterpretando algunos de los preludios y fugas del compositor alemán, a la vez que las intercala con composiciones propias inspiradas precisamente por esas fugas. Si como yo, estáis convencidos que J.S. Bach se encuentra entre los “inventores” del jazz moderno, este disco os encantará.
Finding Gabriel (2019)
(Brad Mehldau, Ambrose Akinmusire, Chris Cheek, Charles Pillow, Joel Frahm, Michael Thomas, Sara Caswell, Lois Martin, Noah Hoffeld, Mark Guiliana, Aaron Nevezie, Kurt Elling, Gabriel Kahane, Becca Stevens)
Un año después de un “After Bach” en el que Mehldau se mostraba prácticamente desnudo, el pianista presentaba el que sin duda es el álbum más complejo de su carrera. Ganador del Grammy en la categoría como mejor disco de jazz, “Finding Gabriel” es una auténtica sinfonía sintética en el que Mehldau se rodea de algunos de los mejores músicos de los últimos años como son el trompetista Ambrose Akinmusire o el batería Mark Giuliana, sumando además las voces de tremendos cantantes como Kurt Elling o Becca Stevens.
Uno podría pensar que Mehldau se “limita” a tocar el piano, pero en realidad es capaz de mucho más. En este álbum toca sintetizadores, se sienta tras Fender Rhodes y Hammond, le escuchamos al xilófono y a la percusión e incluso, canta.
Tal y como explica el propio Mehldau, el disco como la interpretación que él mismo hace de la Biblia y no tanto como una experiencia religiosa, sino como el de un auténtico universo encerrado sobre sí mismo en el que cualquier cosa es posible. Y tal vez esa “cualquier cosa es posible” sea la mejor forma de definir a un álbum que transita a lo largo de decenas de géneros y que rompe cualquier molde en el que se lo quiera encasillar.