Dos años después de casi tener que echar el cierre a causa de la pandemia, el jazz ha vuelto a Vitoria en la 45 edición de su festival. Y lo que es mejor, recuperando su esencia con una ambiciosa programación de calle y sus conciertos en Mendizorroza.
Tras una edición de reducidísimo formato en 2020 y el buscar espacios más amplios en 2021 trasladando la programación al Buesa Arena, la edición de este año tenía que consolidar esa nueva normalidad a la que todos nos hemos visto abocados. Sin embargo, en estos tiempos tan extraños, el arranque de la cita vitoriana coincidió con el fallecimiento de Iñaki Añua en la primera jornada. Iñaki, que ha dirigido el festival durante más de 40 años, ha sido uno de los grandes impulsores de Vitoria como ciudad internacional para el jazz y durante décadas, el rostro visible del que es uno de los mejores festivales de Europa.
Rumiando aún esa triste noticia llegamos a una ciudad que nos recibe con una temperatura por encima de los 40 grados. Así que cuando nos bajamos del tren, nos topamos con una Gasteiz amodorrada, encerrada tras balcones y contraventanas. Tenemos unas horas antes del primer concierto y mientras nos dirigimos al hotel, damos las gracias por esas maravillosas arboledas que tanto echamos de menos en la capital de España.
Marcin Masecki – Jerzy Rogievwick
Desde el Silken Ciudad de Vitoria al Teatro Principal en el que nos espera Marcin Masecki el jueves, apenas hay diez minutos andando a ritmo pausado. El pianista polaco que tanto nos había impresionado en el festival de Madrid de 2020, llega a Vitoria con su compatriota Jerzy Rogievwick, baterista de nivel superlativo, para presentar “RagTime” su particular homenaje a James P.Johnson.
Pocos minutos antes del concierto nos encontramos con Íñigo Zárate, director del festival, que cruza los dedos y nos confiesa que sigue flotando sobre el ambiente una sensación extraña, un sí pero aún no del todo, que espera acabar despejando al final de la semana.
Sobre el escenario, Masecki se comporta como un verdadero vendaval y demuestra que este tremendo virtuoso tiene una imaginación sin límites para hacer todo lo que se proponga; ya sea convertir “Carolina Shout” en una fuga atonal o llevar el “Steeplechase Rag” a sonar como el jazz más vanguardista y Jarrettiano.
Que Rogievwick no solo sea capaz de seguir su ritmo endiablado sino llegar incluso a “superarle” en profundidad y sentido del ritmo, nos deja tan boquiabiertos que cuando salimos del teatro no paramos de comentar que si esta pareja de amigos polacos tuviesen un pasaporte norteamericano, no pararían de protagonizar portadas.
Yazz Ahmed
Aún en “shock” tras el concierto de Masecki, divisamos Mendizorroza, ese pabellón en el que en las últimas cuatro décadas han tocado los más grandes del panorama internacional y que abre hoy sus puertas a Yazz Ahmed y Snarky Puppy. Cuando llegamos, un vistazo rápido nos basta para comprobar que la mayoría de los espectadores no saben lo que les espera con la trompetista de Baréin. El calor que aún hace a las 20.00 horas y unos abanicos que se convertirán en una de las imágenes “icónicas” de la edición de este año, no ayudan a relajarse en las butacas.
Así que el concierto de Ahmed empieza algo frío, con una música que busca la intimidad de los espacios pequeños, que necesita conectar con un espectador predispuesto y que aquí tal vez, se pierde un tanto. Pero tirando de oficio, poco a poco Ahmed comienza a tomar el pulso a la cancha, llenándola de texturas densas y notas eternas en las que la música ambient, se fusiona con el folclore árabe.
Como muchos de sus colegas de ese nuevo jazz británico que tanto nos gusta, Ahmed se siente cómoda en un viaje que la lleva desde la tradición a la psicodelia y a una música electrónica con la que crea capas de sonido nuevas, para a continuación retorcerlas, distorsionarlas y volver a empezar con la sencillez de una trompeta.
En este viaje la acompañamos en temas tanto de “Polyhymnia“ como de “La Saboteuse”, pero también en discursos siempre reivindicativos en los que recuerda la tremenda dignidad de Rosa Parks o denuncia que miles de personas sigan muriendo ahogadas en el Mediterráneo. A su lado, el vibrafonista Ralph Wyld y el baterista Martin France terminan de dar pinceladas en una atmósfera mágica.
Snarky Puppy
Pueden aprender muchos otros festivales de España sobre lo que significa ofrecer un servicio de “refrigerio” en condiciones. Y es que con cervezas a tres euros y bocadillos a seis, el no ser víctimas de un nuevo sablazo festivalero, fue una de esas noticias que te hacen reconciliarte con una organización, con la que sea.
Y así lo estábamos comentando cuando el plato fuerte del día, los enormes “Snarky Puppy” se presentaron en Vitoria en un show en el que presentaron prácticamente todos los temas de su nuevo disco “Empire Central”. Liderados por un Michael League que poco antes de la pandemia decidió instalarse en Barcelona, este super grupo de orígenes texanos nos regalaron un concierto lleno de funk, jazz-rock progresivo (tiembla Zappa) e incluso ritmos latinos.
Es cierto que tal vez echamos de menos algunos temas clásicos de la banda y en nuestra opinión el nuevo álbum recorre algunos caminos un tanto trillados…y sin embargo, tuvieron tres o cuatro momentos realmente brillantes, como un maravilloso homenaje al trompetista Roy Hargrove, para el que escogieron tempo lento y psicodelia LoFi, o la reinterpretación que hicieron del palo andaluz de las alegrías…desarrollado de una forma tan delicada y preciosista que consiguió enmudecer al pabellón.
Snarky Puppy es una de las pruebas más palpables en el jazz actual de que, en ocasiones, el conjunto es mucho más que la suma de sus individualidades y que estupendos músicos como Chris Bullock, Justin Stanton, Mike Maher o el violinista Zach Brock (y con él nos quitamos el sombrero) brillan no tanto en sus solos sino cuando se complementan.
Que Miachel League fuese capaz no solo de hablar sino de resultar tremendamente gracioso en castellano contribuyó a crear una atmósfera tan relajada y divertida que como consiguen siempre estos chicos, nos llevaron a botar, a disfrutar tremendamente de sus riffs y a dejarnos las manos aplaudiendo.
Llegamos al hotel riendo, demasiado agotados como para entrar en la jam session y preparándonos para un nuevo día en el que nos esperaban James Brandon Lewis, Xavi Torres Trío con Miguel Zenón y Arturo Sandoval.
Básicamente de acuerdo. Desde el Antzokia al Mendizorroza, pasando por el after del Silken. Eso si la asistencia plvmgb@gmail.comha aflojado respecto a los niveles anteriores a la pandemia. También echo de menos una opinión sobre Karapetian. Pedro.
Hola Pedro, es verdad que la asistencia ha sido más floja que en otras ediciones probablemente por el tremendo calor. A Karapetian no he tenido la oportunidad de verlo.