Itziar Yague

Lo que los artistas vemos cuando giramos

A principios de este verano tuve una idea buenísima, aunque no demasiado original. Cuando hice el recuento de las fechas de conciertos que me esperaban en verano y las que estaban previstas para el otoño pensé: “este periplo da para un buen diario de gira. Puedo ir publicando posts en los que cuente qué vemos en cada población que visitamos, y cómo se nos recibe, anécdotas bonitas…”. 

Ja. Qué ingenuidad la mía. ¿Ver? ¿Contar? Los artistas, cuando salimos de gira, vemos las paredes de las habitaciones en las que dormimos, los paisajes (a veces hermosos y otras no tanto) a través de las ventanillas de trenes o coches y las caras de nuestros compañeros músicos. De verdad no hay más. Cero. No visitamos museos, ni paseamos por arboledas, ni nos da tiempo a ver amigos salvo que aparezcan en el bolo. Y tampoco da la vida ni la energía para escribir al terminar de actuar. Tras el concierto cenas, te das una ducha y apalizas el colchón hasta la mañana siguiente. 

Así que me voy a tomar esta oportunidad que me brinda Rudy (gracias Rudy) para dar un mini repaso a lo que han significado los últimos cuatro meses. 

La gira de verano nos llevó por el norte de España para actuar en diversas localidades del País Vasco: algunas ya conocidas, como Arrasate, pero en general visitamos nuevos escenarios donde no se conocía mi música. Y, además, a mitad de gira sufrí un esguince muy doloroso, que me complicó un poco la vida. Pero no me detuvo. 

A finales de agosto me planté de nuevo en Madrid para grabar mi nuevo disco, al que le he dedicado el mes de septiembre; en octubre he vuelto a girar, esta vez por Cataluña y Galicia, con hitos tan emocionantes como la actuación en el Festival Internacional de Blues de Cerdanyola o la clausura del VI Festiblus de Lugo, en la mítica sala Clavicémbalo. 

Y mientras hago este repaso pienso en el increíble privilegio que supone salir a un escenario de una ciudad donde nadie te conoce a cantar tus canciones, la suerte que tenemos los artistas de que el público nos reciba con calor y cariño- y pienso también en esa definición de Chick Corea que suele citar mi baterista Dani “los músicos somos los últimos guerreros románticos”. Y sí, un poco lo somos.  Y sí, es una profesión sacrificada pero maravillosa. Cada pared de habitación de hotel la compensa un aplauso; cada kilómetro de carretera la compensa una sola sonrisa entre el público. 

Este domingo, mis guerreros románticos y yo no giramos, porque jugamos en casa, en el auditorio Paco de Lucía, un lugar que conozco bien como espectadora. Inauguramos el ciclo Latina Jazz a cuarteto con Greg Izor, el productor de mi recién terminado segundo disco, y así formamos parte del mes del jazz por excelencia en Madrid. Me llevo a Giulio Pietropaolo al piano, Raúl Platz al bajo y Dani Domínguez a la batería y tocaremos los nuevos temas del nuevo disco además de los de Delicious

La entrada es gratuita hasta completar aforo y puede conseguirse en la taquilla del auditorio desde una hora antes del concierto. 

¡Nos vemos en Aluche!

Deja un comentario

Escribimos en Caravan