Dicen que si mezclásemos la fuerza de Roy Hargrove con el funk de los años 70 y le añadiésemos un toque de ese neo-soul de bases electrónicas, el resultado que obtendríamos sería la música de Takuya Kuroda. El trompetista japonés lleva años demostrando que el jazz puede ser un género musical tremendamente accesible, y más aún, tan divertido como cualquier otro que podamos bailar hasta agotarnos.
En su paso por el Festival Villanos del Jazz que estos días se celebra en Madrid, propuso sobre las tablas del Pavón uno de esos shows pensados para disfrutar más allá de lo estrictamente musical, un concierto pensado para levantar al público de sus asientos. Rodeado por una banda formada por Corey King al trombón, Takeshi Ohbayashi en los teclados y Rashaan Carter al bajo eléctrico, el trompetista de Kobe presentó en la capital temas de su último disco “Fly Moon Die Soon” y de su recién estrenado EP, “Midnight Crisp”.
Que a Takuya Kuroda se le presume energía sobre el escenario es algo que se le presupone en cuanto compramos la entrada. Basta escuchar cualquiera de sus álbumes para darse cuenta que estamos ante un artista que no se deja nada, capaz de agotar las posibilidades de la trompeta en su faceta más expansiva y “hard boppera”. Y sin embargo es cierto que el espectáculo, que suponía el fin de una gira europea que ha llevado al grupo a dar 16 conciertos en poco de un mes, empezó un poco frío. Y no tanto por un Kuroda al que también le costó encontrar sensaciones en los dos primeros temas, sino por una banda que salvo Corey King, casi siempre parecía estar a cierta distancia de lo que ocurría sobre el escenario.
Con todo, una vez roto el hielo y salvados los primeros obstáculos, Kuroda demostró que es uno de esos músicos capaz de ir de menos a más, y en temas como “Do no why”, “Fade” o “Tell Me a Bedtime Story” demostró ser digno heredero de ese fraseo mágico de Hargrove, e incluso de los tiempos en los que Art Blakey y Lee Morgan eran los que rompían la pana para hacernos vibrar. Porque seamos claros: bajo las capas de sonido de los teclados, la distorsión, la mezcla hip-hopera y el neo-soul con el que el japonés reviste su música, lo que encontramos es un respeto absoluto a la tradición y a las composiciones de los más grandes.
Que el concierto fuese de menos a más se lo debemos en gran medida también a Corey King, que no solo se presentó como un excelente contrapeso para el trompetista, sino que firmó algunos de los momentos más espectaculares de la noche, rompiendo el viento y mezclando fraseos acelerados y eléctricos con sonidos distorsionados sobre los que Kuroda escalaba para acabar empastando con el resto de compañeros. No solo eso, sino que se animó a cantar en un par de temas que no le quedaron mal, pese a que la sonorización del micrófono no era precisamente espectacular.
Lo más curioso es que la banda era capaz de sonar realmente compacta y cohesionada en los temas más funk, moviéndose a la orden de “todos al frente” para conseguir que “moviésemos el culo” en la butaca y siguiésemos el ritmo con los zapatos. Sin embargo, languidecía uno o dos tantos cuando de lo que se trataba era marcarse unos solos especialmente en el bajo, eran de puro relleno, con una balada casi al final de la noche que provocó algunos bostezos.
Más curioso aún fue la sensación de que Takeshi Ohbayashi dormitaba en los dos primeros minutos de sus solos al teclado, para después de repente “despertarse” y demostrar el nivel al que puede llegar un músico excelente. En cuanto a Carter, estuvo casi siempre de invitado de piedra y solo cuando marcaba el ritmo del resto consiguió impresionar. Por supuesto, que Kuroda levitase sobre todos ellos, consiguió tapar casi todos los defectos. Si se le puede achacar algo al trompetista es un registro algo limitado, capaz de moverse con soltura y brillantez cuando el tempo se acelera desde luego, pero no tanto cuando la música exige esas pausas en las que caen las notas para morir…en tempos medios y lentos.
Con todo, Takuya Kuroda y sus chicos dejaron en el Pavón un concierto muy disfrutable especialmente en una segunda parte en la que brillaron con oficio y fuegos artificiales.
Fotografías: MedusaJazz
Excelente artículo, Rudy.
Me has permitido conocer a un nuevo intérprete.
Lo estoy escuchando en Spotify y me gusta.
Gracias, un Abrazo.
Me alegro! Espero que lo disfrutes, tiene discos muy recomendables 🙂