Una de las cosas que más me gustan de las navidades es que normalmente tengo la oportunidad de ver a algunos amigos con los que, a causa de la distancia, apenas coincido una o dos veces al año. Y casi siempre que les veo, tras unas cañas y cuando parece que nos hemos cerciorado de que todos estamos más o menos bien, nuestra carrera profesional no corre peligro y no hemos engordado tanto como creíamos, la pregunta vuela sobre la mesa: “¿Qué nos puedes contar del jazz de este año? Anda…¿por qué no nos pones algo de música y nos cuentas?” (En realidad no me lo dicen así, pero desde luego así es como suena en mi cabeza).
Así que este diciembre les he hablado de muchas de las bandas y de los discos a los que me refería en este artículo. Pero sobre todo, les he hablado de Ezra Collective. No solo porque me parece que es uno de esos grupos que está llevando el jazz a cuotas inesperadas de popularidad en países como Reino Unido, Francia o Países Bajos; sino porque realmente es el tipo de música que responde bien a la pregunta de para ti…”¿cómo suena el jazz en la segunda década del siglo XXI”?
El grupo, que da sus primeros pasos en 2016, es hijo de ese maravilloso taller londinense que responde al nombre de “Tomorrow Warriors” y del que han emergido músicos como Shabaka Hutchings, Theon Cross o Nubya Garcia, por citar tan solo algunos artistas, toma su nombre del profeta Esdras (480-440 AC). Este se hizo famoso por conducir a un grupo de judíos exiliados desde Babilonia a su hogar en Jerusalén; del mismo modo que las nuevas generaciones del jazz británico vuelven a mirar a sus orígenes en una diáspora que a menudo viene de países como Jamaica, Bahamas, Haití o Trinidad.
Formada por Femi Koleoso (batería), su hermano, TJ Koleoso (bajo), Joe Armon-Jones (teclados), Dylan Jones (trompeta) y James Mollison (saxofón), hace del jazz, la base sobre la que se mezclan estilos como el afrobeat, hip-hop, grime o R&B, declarando, en línea de lo que están haciendo cada vez más artistas de escenas como la londinense (y otras como Manchester o la cada vez más prolífica de Chicago), que si el jazz quiere volver a la pista de baile, debe olvidarse del peso de su propia etiqueta.
No son los únicos por supuesto que han llegado a esta conclusión y es indudable que el grupo sigue el camino que poco antes que ellos (aunque no mucho antes) trazaron artistas como Robert Glasper, Kamaal Williams o bandas coetáneas como Comet is Coming o Song of Kemet. En esa línea encontramos “You Can´t Steal My Joy”, un primer LP que en 2019 les sirvió no solo para salir de la escena “underground” en la que hasta entonces se habían mantenido, sino también para ser un auténtico polo ante cuyo magnetismo se “rindieron” la inmensa mayoría de artistas de jazz y grupos británicos que en ese momento tenían “algo que decir”, comenzando por la propia Nubya Garcia, pasando por Loyle Carner, Jorja Smith, formaciones como Kokoroko y, en general, casi todos los que podéis ver en este artículo.
En una reciente entrevista para Babelia, Femi Koleoso (que por cierto también es batería en Gorillaz – la banda de Damon Albarn-) afirmaba que “este género (el jazz) es una conversación en marcha, que quizá lleva demasiado tiempo no haciendo otra cosa que mirar atrás. Está bien rendir tributo a tus predecesores y tocar canciones de hace 50 años, pero también está bien aportar algo nuevo. Con Tomorrow’s Warriors nos dieron permiso para formar parte de esa charla. Para continuarla, a nuestra manera”.
Toco jazz a mi manera
Y vaya si la han continuado. En su nuevo disco “Where I’m meant to be” (2022) presentan 14 temas en los que reflexionan sobre el lugar en el mundo que debe ocupar un concepto en ocasiones tan etéreo e intelectual como puede llegar a ser el jazz; cómo aunque reconocen que probablemente nada puede existir si no se entiende el lugar que ocupa la tradición y las raíces de esta música, en realidad a las nuevas generaciones de “escuchantes”, a los que van a arrojar a las pistas de baile, nada le podría importar menos que una reflexión sobre los orígenes y evolución de un género que suma ya más de 130 años.
¿Irrita esto a la policía del jazz? Por supuesto. Mucho más si lo que presentan es un disco que no se limita a fusionar el jazz con otros estilos, sino que crea un auténtico collage sonoro para el que utilizan fragmentos de una conversación telefónica con el director de cine Steve McQueen; hay un guiño a “Welcome to Jamrock” de Damien Marley; y al comienzo de “No Confusion”, la voz del difunto batería nigeriano Tony Allen entona: “Toco jazz a mi manera”.
Y el caso es que funciona. Su nueva gira europea, que arranca el próximo 1 de febrero en Madrid, ya es un tremendo éxito que les ha llevado a agotar entradas en ciudades como Colonia, Berlín, París, Bristol, Manchester o Londres. Tal vez, muchos de los que vayan a escucharles, no lleguen a ser nunca conscientes de que lo que están escuchando es, en gran medida, jazz. No importa.