A estas alturas, el «Bitches Brew» de Miles Davis no necesita ninguna presentación. Lanzado en 1970, ha sido uno de los discos más importantes en la historia del jazz, todo un superventas y probablemente el primero en el que se utilizaban de forma extensiva instrumentos eléctricos y estructuras rítmicas y armónicas que servían de puente entre este estilo y otros como el rock.
«Bitches Brew» fue además uno de los primeros discos de vinilo que llegaron a mi colección y aunque no recuerdo su nombre, todavía tengo grabado en mi mente la cara (y sobre todo la voz), de la persona que en una pequeña tienda de discos de Lavapiés, que me al verme con el álbum en las manos y un tanto indeciso me dijo: «no te lo pienses más, ese es un auténtico discazo». Por supuesto, razón no le faltaba.
Acompañado por artistas de la talla de Wayne Shorter, Chick Corea, Dave Holland, Jack DeJohnette o John McLaughlin, este disco no solo supondría un antes y un después para la carrera del propio Davis, sino que como afirmaría más tarde John McLaughlin, «era el Picasso del sonido».
Inspirados por este álbum, en 2020 y coincidiendo con el 50 aniversario de esta obra maestra, un grupo de artistas británicos se plantea, animados por el productor Bruce Lampcov (productor ejecutivo y editor musical del propio Miles Davis) el más difícil todavía: recrear «Bitches Brew» de modo que sin perder el espíritu original del disco, suene a la vez, completamente actual.
Para conseguirlo, se conjugarán algunos de los «sospechosos habituales» de los que tanto hablamos últimamente: Shabaka Hutchings, Nubya Garcia, Tom Heber, Theon Cross, Tom Skinner, Benji B, Raven Bush, Nikolaj Torp Larsen, Dave Okumu, Nick Ramm, Dan See, y Martin Terefe.
El 7 de diciembre de ese año (y recordemos, en plena pandemia), los doce se «encierran» durante tres días en los estudios de grabación de The Church para trabajar en «London Brew» un álbum que no solo quiere ser un homenaje, sino marcar la diferencia.

Tanto la marcan, que en el disco por ejemplo no encontramos a ningún trompetista que imite el estilo característico de Davis. Y es que tal y como declarará el guitarrista Dave Okumu en una entrevista reciente con The Guardian, «No veíamos mucho valor en simplemente desmontar un disco seminal y recrearlo; tenía que tener un enfoque diferente. Lo que no íbamos a hacer era a recrear estándares. Teníamos que honrar la intención del original, lo que significaba abrazar su enérgica libertad».
¿Y en qué se basaba esta libertad? Tal y como explica en el mismo artículo el compositor y productor sueco Martin Tarefe, «teníamos acceso a las sesiones originales de Bitches Brew, pero en lugar de samplearlas me reuní con Dave (Okumu) en el estudio y empezamos a crear pequeños bocetos inspirados en los sonidos de Miles.Luego decidimos utilizar a Benji B (famoso DJ londinense y presentador de BBC Radio 1) para que introdujera aleatoriamente estos bocetos en los auriculares de los artistas mientras tocaban, para inspirar hacia dónde irían después y asegurarse de que las cosas siempre seguían en movimiento». El guitarrista define esta forma de improvisar y tocar en conjunto como un «collage sonoro», un medio por el que cada improvisación tiene su propia estética: «se trata de guiar a los músicos como grupo, pero dejando la puerta lo suficientemente abierta para que cada uno pueda responder a su manera».
Tras unas sesiones de grabación de las que posteriormente Nubya Garcia afirmó que «parecía que podía pasar cualquier cosa», Terefe se llevó a su estudio personal 12 horas de material con la intención de «reducirlo» y convertirlo en un disco de ocho pistas.
Pero qué ocho pistas. «London Brew» el tema que da título al disco y con el que se da el pistoletazo de salida al álbum, tiene una duración de 23 minutos y serpentea entre ritmos de batería contrapuestos y el un inquietante ambiente de sonidos de sintetizador y flautas arpegiadas, mientras que el homenaje de Davis al guitarrista Jimi Hendrix, «Miles Runs the Voodoo Down», que escuchamos en el «Bitches Brew» original, se interpola con el funk y el saxo procesado electrónicamente del nuevo tema «Miles Chases New Voodoo in the Church».
Probablemente el tema más fiel al espíritu original del disco sea «It’s one of these» marcado por su groove de batería y guitarra, mientras deja el solo a un clarinete bajo. En «Bassics» encontramos toda la potencia de la tuba de Cross que se entrelaza con el bajo eléctrico de Herbert, creando junto texturas ambient, mientras que en «Raven Flies Low» el protagonismo se lo lleva el piano rhodes y el violín de Raven Bush.
En la página de Bandcamp del disco, Shabaka Hutchings explica que «London Brew es un grupo de músicos que hacen música por el amor de hacer música, como una fuerza social y como una construcción social. Están creando algo que expresa unidad y movimiento. Eso es lo que es estar vivo… ya sabes, tienes unidad, tienes movimiento y tienes vibración. No tienes más vida que eso. Eso Es Bitches Brew».
Cabe preguntarse, cuando terminamos de escuchar lo nuevo de los chicos de Londres, si este «London Brew» tendrá el mismo impacto que el «Bitches Brew» de Davis. Y la respuesta, que mentalmente formulamos a la velocidad del rayo no podía ser otra. Ni la industria musical es la misma, ni un disco de jazz puede en estos momentos, plantar cara al trap y el reggeaton que todo acapara. Y sin embargo, el disco sí que da más argumentos a los que pensamos que el talento, la imaginación y la creatividad que estamos viendo en el jazz desde hace unos años, difícilmente la vamos a encontrar en ningún otro género musical.
Interesante grabación, la buscaré ahora mismo.
Como muy bien dices el London Brew no puede tener la misma repercusión que el original de Miles pero seguro que será muy interesante.