Hacía tiempo que no recomendaba una biografía en Caravan. Pero no podía dejar pasar por alto «Easily Slip Into Another World», las memorias que acaba de publicar el saxofonista Henry Threadgill y que constituyen un testimonio único de su experiencia como soldado destinado a Vietnam y una vida entera dedicada al jazz.
Tal y como destaca el New York Times, estamos ante un testimonio extraordinario en el que además de su tortuosa experiencia en uno de los peores conflictos armados del siglo XX, nos asomamos a un arco temporal que incluye su infancia en Chicago, su formación como compositor, saxofonista y flautista y una carrera que tras la guerra le llevaría a convertirse junto a Ornette Coleman y Wynton Marsalis, en uno de los pocos artistas de jazz ganadores de un Premio Pulitzer por su álbum «In for a Penny, In for a Pound» (2016).
Tal y como aprenderemos a lo largo del libro, Threadgill se alistó en agosto de 1966, a los 22 años de edad. Lo hizo de forma voluntaria al haber perdido la oportunidad de solicitar un aplazamiento, ya que no podía permitirse el costearse se formación a tiempo completo en el Conservatorio de Música de Chicago. A esto se sumaba la promesa de que si ingresaba de forma voluntaria, se le permitiría formar su propia banda dentro del ejército.
Después del entrenamiento básico, nuestro músico fue destinado a Fort Riley, en Kansas, comenzando su actividad integrante de una banda que hasta su llegada, tocaba bailes más o menos anodinos en las cenas para oficiales mientras que en las fiestas, «entonaba» marchas heroicas para los soldados que partían para el frente.

La banda mejoraba y los arreglos de Threadgill (fuertemente influenciado por Thelonious Monk, Igor Stravinsky y Cecil Taylor) se volvieron más complicados. Cuando le pidieron que hiciera un popurrí de clásicos nacionales, como «Dios Bendiga a Estados Unidos» y «La Bandera Estrellada», para una ceremonia importante, lo hizo de una manera que añadía, en sus palabras, «angularidad y disonancia».
Tanta disonancia que un arzobispo castrense que se encontraba en ese concierto calificó esos arreglos directamente como de «blasfemos», lo que acabó con el despido de Threadgill de la banda y su traslado forzoso para servir junto con la cuarta división de infantería en Pleiku (Vietnam). Como escribiría más tarde el músico, un «pecadillo musical», le había valido una más que probable «sentencia de muerte».
De hecho, Threadhill estuvo al borde de la muerte en más de una ocasión, tras sufrir un división ataques mortales, experimentar más de un accidente de coche y llorar de dolor por lo que literalmente califica como «la peor infección de gonorrea de la que jamás se haya leído». Como también reconocerá, en mitad de la selva, él y sus compañeros se dejan llevar además por la marihuana más potente que han probado en su vida, mientras configuran un paisaje musical que se aleja de Jimmy Hemdrix de Apocalypse Now y se adentra en el de John Coltrane y Ornette Coleman.
«Easily Slip Into Another World» trata sobre aprender a escuchar el mundo, y cómo Vietnam cambia la forma en que Threadgill lo hacía hasta el momento. Como él mismo escribe, «es como si hubiera crecido un conjunto de antenas allá». y cuando regresa su equipo de recepción es diferente.
Escrito junto a Brent Hayes Edwards, profesor de inglés en la Universidad de Columbia, la biografía incluye la transcripción de distintas entrevistas entre el escritor y el músico. Como también destaca, sus memorias deberían haberse titulado «Failure Is Everything» (el fracaso lo es todo) pero acabó siendo descartado porque como comenta el músico, «se ha escrito mucho sobre el fracaso creativo recientemente y ese título habría dado la impresión de que este es un libro para inversores de capital riesgo». Sin embargo y como también concluyen en el Times, el título original también resultaba muy apropiado teniendo en cuenta toda la atención que se presta a los propios fracasos de Threadgill, tanto los grandes como los pequeños.
Nos asomamos en definitiva y de forma maravillosa, a la vida de un músico único, pionero en la exploración de nuevos territorios musicales, capaz de fusionar diferentes estilos y romper con las barreras convencionales. Su capacidad para crear composiciones complejas y originales se encuentran entre los grandes hitos del jazz del último tercio del siglo XX las dos primeras décadas del siglo XXI y ha servido de inspiración para muchos músicos contemporáneos, que se han dejado seducir por un enfoque inspirador y su búsqueda incansable de una nueva expresión artística.
Para los que quieran asomarse a su rico universo, os recomiendo comenzar por «Air Song» (1980), un álbum que combina elementos de jazz, música contemporánea y ritmos africanos; para después pasar a trabajos como «Too Much Sugar for a Dime» (1993), «Where’s Your Cup?» (1997) o «This Brings Us To, Volume I» (2009).