Kokoroko

El nuevo Afrobeat se llama Kokoroko

De la prolífica escena londinense, en la que el jazz se mezcla con la música de las Antillas y los sonidos caribeños inundan las calles de Camden, hay también si lo buscamos, un pequeño espacio para Fela Kuti.

De la prolífica escena londinense, en la que el jazz se mezcla con la música de las Antillas y los sonidos caribeños inundan las calles de Camden, hay también si lo buscamos, un pequeño espacio para Fela Kuti.

Kokoroko es un octeto radicado en la capital británica, que fusiona el jazz con el Afrobeat y que con dos EPs y un álbum publicado hace menos de un año, “Could We Be More”, ha conseguido hacerse un hueco en esa escena musical tan hipercompetitiva que es la de la otra orilla del canal de la Mancha.

Lidera la banda la trompetista y artista visual Sheila Maurice Grey, que junto al percusionista Onobe Edgeworth dieron a conocer el grupo en 2018 con la publicación de ”Abusey Junction”, un tema que ha superado el millón de visualizaciones en YouTube y que también ha conseguido poner en el mapa del jazz británico a la saxo Cassie Kinoshi o la trombonista Richie Seivwright.

Si los sonidos de intérpretes como Nubya Garcia, Shabaka Hutchings o Moses Boyd nos remiten a Antigua y Barbuda o a las Islas Vírgenes, los de Kokoroko nos llegan directamente desde Sierra Leona, Guinea-Bissau, Sudáfrica, Nigeria y Zimbabue, países todos ellos que se encuentran en el árbol genealógico de muchos de los integrantes del grupo.

Hijos de esa diáspora africana que a finales de los años ‘70 se instaló en Londres, los integrantes de Kokoroko han pasado por el tamiz armónico del jazz, parte de la energía descarnada del afrobeat de Kuti para entregar un sonido nuevo y auténtico, reconocible en sus raíces pero más alegre, tal vez menos reivindicativo y desde luego, completamente original sobre el escenario.

Kokoroko

Hace unos días, tuvimos la oportunidad de escucharles en Las Noches de Botánico. Aunque les costó arrancar, como si el intenso calor de Madrid también hubiese hecho mella en los integrantes del grupo, progresivamente fue ganando en esa energía “je ne sais quoi” que tiene el Afrobeat, que consigue que una vez que despegas el primer pie del suelo ya no pares de bailar, en comunión con las cabezas que te rodean.

En casi la más de hora y media que duró el espectáculo , Maurice Grey y los suyos fueron desgranando los quince temas que tiene su primer disco y disfrutamos especialmente en “We Give Thanks”, un magnífico trozo de soul outsider que flota sobre armonías vocales femeninas, y “Those Good Times”, cuya nostalgia teñida de rosa recuerda el rock de los amantes de los años 70. Por supuesto, no faltó su “Abusey Junction” cuando el ambiente estaba más que caldeado y los vapores del cannabis inundaban la platea.

Lo mejor de todo es que importa poco que los chicos de Kokoroko no sean especialmente virtuosos como intérpretes (en vientos y percusión probablemente muchos de sus compañeros londinenses les ganen con facilidad la partida), porque el conjunto en primer lugar, empasta realmente bien y en segundo lugar, estamos seguros de que tiene bastante margen para seguir mejorando.

Nos gustaron especialmente algunos solos de Richie Seivwright, que demostró una vez más el tremendo poder que tiene el trombón para evocar y pintar paisajes sonoros y tal vez quedaron algo apagadas las voces y la sección rítmica. Puede en cualquier caso, que Kokoroko sea un conjunto que tenga un mayor recorrido musical en salas donde resulta más sencillo envolver al público con esta clase de propuesta musical y que en espacios abiertos como los del Botánico, corren el riesgo de quedar un tanto deslavazadas.

Entre el público, abundaban los espectadores de menos de cuarenta y de incluso treinta años, que tal vez cansados de ese reggaetón que todo lo inunda, han conectado con una forma diferente de entender la música. Grupos como Kokoroko nos hacen de alguna forma recuperar la esperanza y desde luego,disfrutamos muchísimo de un concierto diferente de una banda que, estamos seguros, nos va a seguir sorprendiendo. No se la pierdan.

Fotografías: Víctor Moreno (Noches del Botánico)

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