Joss Stone

En el espejo de Joss Stone

De los conciertos que he tenido la oportunidad de ver este año, uno de los más especiales ha sido el de Joss Stone en las Noches del Botánico.

No ocurre demasiado a menudo que uno tenga la oportunidad de encontrarse cara a cara con su adolescencia. Que como si no hubieran pasado 20 años, se encontrase reflejado en el espejo de esa persona que fue en 2004 y que de alguna manera, aún sigue ahí…aunque no lo sepa.

Y es que después del ”Mind Body & Soul” con el que Joss Stone irrumpió en la escena mundial ese año, había perdido por completo la pista a una de esas cantantes que lo han sido casi todo en el mundo del soul. No fue una decisión deliberada. Pero en ese frenesí por lo nuevo que nos llevaba a muchos el descargarnos discografías enteras en el primer Napster, la música de Stone acabó en mi caso siendo engullida por un agujero negro personal, en el que acabaron tantas otras cantantes que estaban de moda en esa época, léase Aaliyah, Brandy, Jill Scott, India Arie…

Y ahí se habría quedado la británica probablemente otras dos décadas más (o quién sabe si de forma tan definitiva como trágica), si los organizadores de “Las Noches del Botánico” no hubieran tenido la brillante idea de programar su “Joss Stone Total World Tour” el pasado mes de julio. Hay momentos en el que el pasado llama a la puerta y hay que atreverse a contestar.

Tan despistado y poco preparado estaba, que hasta diez minutos antes del inicio del concierto no caí en la cuenta que la cantante que estaba por hacer su entrada no tenía los más de 50 años que le suponía, sino 36: esas dos décadas que Stone llevaba sobre los escenarios, habían arrancado cuando tan solo tenía 16 años. Que en esos 20 años tan “solo” lanzase siete discos (la mayor parte de los mismos en la primera década) tal vez tuvo algo que ver con todo aquello…en uno de esos fenómenos que apuntan a lo que le pasó a Alanis Morisette, que tal un maravilloso debut no pudo acabar de recuperarse de su propio éxito.

Así que cuando finalmente se apagaron las luces, comenzó el vídeo de presentación de gira y vestida de verde comenzó a entonar la letra de ”You had me” y después de ”Jet lag”(precisamente de ”Mind, Body and Soul”), fue como si no hubiese pasado el tiempo. Allí estaba mi yo de 2004, sin entender del todo cómo es que esa música maravillosa le resultaba tan familiar. No tardó en explicarlo: si de lo que se trataba era de hacer un Total World Tour, repasaría los temas más icónicos de su carrera.

Y así bailamos al ritmo de “Fell in love with a boy” (The Soul Sessions). “Proper nice”  y «Tell Me ‘Bout It”(curiosamente “Introducing Joss Stone” fue el tercer disco de la cantante), ”4 and 20 performed”(“Colour Me Free!”) o ”When you are in love” (Never Forget My Love) en una primera parte de un concierto en el que Stone habló bastante, se emocionó al repasar su trayectoria y sobre todo, demostró que su voz no solo no ha perdido un ápice de calidad sino que su registro y su amplio rango dinámico han ganado con los años.

Sumemos a esto una puesta en escena a la altura de los grandes shows. Si el concierto anterior, en ese mismo escenario, Kokoroko no había tenido el mejor de los sonidos, la sonorización del espectáculo de la británica bien podrían haberla hecho los ingenieros de Cambridge Audio. Nunca en los cinco años que llevo acudiendo al festival madrileño, un concierto había sonado tan bien.

La banda por supuesto en un sitio. Bajo, piano batería, saxo y coros sonaron a la perfección y sin sorpresas ni, quizás por poner un ligero “pero” al concierto, espacio para la imaginación. Y es que con una gira mundial cuyos tiempos están medidos al milímetro, hay poco margen para la improvisación. Tan solo en un momento determinado, Stone se salió del manual y se acercó a una fan que le contó que ese día era su cumpleaños, por lo que la artista se avino a cantarle un muy gracioso “Happy Birthday” tras titubear durante unos segundos con el nombre de la homenajeada, un tal “Concha”, que pasó a llamarse “Loncha”. Risas generalizadas y confusión en el escenario.

A su propio repertorio, que completó con temas como “Music” o “Put your hands in me”, sumó covers tan conocidas como las de “The love we had” (The Dells), “The look of love” (Burt Bacharach), “Some kind of wonderful” (Soul Brothers) o la inmortal “Piece of my heart” de Janis Joplin.

Le preguntaban a la británica antes horas antes del concierto, qué opinaba de esa comparación que tantas veces se ha hecho y que ha llevado a muchos a calificarla como la “Aretha Franklin blanca”. Y muy inteligentemente, contestaba que “aunque es un halago muy amable y dulce, también es muy peligroso. Aretha solo hay una”.

Y no, no era Aretha Franklin desde luego la que durante dos horas nos tuvo hipnotizados, pero la voz de Stone, su energía, y sus tres cambios de vestuario la consolidan, no os quepa la menor duda, entre las grandes del soul.

Fotografías: Víctor Moreno

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