El origen de “Blackstar”, el que sería el disco póstumo de David Bowie y el número 25 de su carrera, es de sobra conocido. En una visita a Nueva York en la primavera de 2014, Bowie se acercó para asistir a un concierto hasta el 55 bar, un club de jazz situado en el corazón del West Village de Manhattan. Sobre el escenario, tocaba el cuarteto del saxofonista Donny McCaslin, formado por el guitarrista Ben Monder (recién fichado por The Bad Plus), el baterista Mark Giuliana y el bajista Tim Lefebvre.
Hasta aquí lo que McCaslin sabía: Maria Schneider y David Bowie estaban trabajando en el mayor secreto en un proyecto de canción. Lo que no sabía era que, por consejo de uno de sus arreglistas, Bowie había escuchado su último disco, “Casting For Gravity”, que le había encantado, y que había salido del 55 Bar muy impresionado por lo que acababa de escuchar.
Diez días después, Bowie escribía un correo electrónico a McCaslin, en el que les invitaba a su estudio a tocar un par de temas. El siguiente mes de enero toda la banda, aún sorprendida por la oportunidad que se les estaba presentando, grababa uno de los mejores álbumes de la carrera del genio británico.
Lo que tal vez sorprenda más a los seguidores de David Bowie es que la relación del músico con el mundo del jazz no se limita ni mucho menos a este “Blackstar”, sino que arranca en plena adolescencia. A través de su hermanastro Terry Burns, David Jones había descubierto el jazz y el atractivo del saxo a través de los cuatro saxofonistas de la sección de metales de Little Richard en la película “¡Rock! ¡Rock! ¡Rock!” (1956). A los 14 años, recibe como regalo de cumpleaños el famoso Grafton Acrylic Saxophone(un saxofón alto de plástico acrílico de color crema moldeado por inyección con llaves de metal) popularizado por músicos como Charlie Parker y sobre todo, Ornette Coleman, cuya música le fascinaba.
Aunque no acabaría haciéndose con el instrumento, no podemos reprocharle que no lo intentara, poniéndose para ello en manos del saxofonista británico Ronnie Ross (figura clave del jazz británico de los años 50 y 60, tocó junto a John Lewis, Woody Herman, Don Rendell, John Dankworth o Clark Terry). En una entrevista publicada en 2003, Bowie recordaba la siguiente conversación telefónica: “Hola, soy David Jones, mi padre me compró un saxofón y me gustaría que me diera unas clases” – “Yo no doy clases. Soy músico de jazz”, respondió secamente Ross, antes de cambiar de opinión. Una década más tarde, Bowie que entonces se encontraba produciendo “Transformer”, el maravilloso álbum de Lou Reed, contrataba a Ross para tocar el saxo barítono en “Walk on the Wild Side “
Y aunque es cierto que nunca llevaría tomarse realmente en serio el instrumento, sí que podemos escuchar como lo intenta en “Changes” (Hunky Dory), “Soul Love“(The Rise And Fall Of Ziggy Stardust And The Spiders From Mars), “Sorrow” (Pin Ups), o ”Sound And Vision” (Station To Station).
“Young Americans” y el jazz
Cuarenta años antes de que Donny McCaslin entrase en escena, David Bowie trabajó estrechamente con otro saxofonista: David Sanborn. El de Sanborn es uno de los instrumentos principales que escuchamos en “Young Americans” (1975), probablemente el álbum más soul de Bowie, que se roderaría una vez más de un plantel de lujo: los baterías Dennis Davis y Andy Newmark (miembro de Sly & The Family Stone); el bajista Willie Weeks; el percusionista Ralph McDonald (amigo íntimo de Roberta Flack) el cantante Luther Vandross y el guitarrista Carlos Alomar, que llegaría a grabar con Kenny Barron.
Sanborn en aquel momento aún no había grabado ningún disco como líder, pero sí que había hecho una reputación por su trabajo con The Paul Buttertield Blues Band, James Cotton, Todd Rundgren, Stevie Wonder y Gil Evans (“Plays The Music Of Jimi Hendrix”). Sanborn también estuvo de gira con Bowie (incluso antes de grabar “Young Americans”), y cuando el programa de la gira le dejaba unos días libres, volaba para tocar con la orquesta de Gil Evans en Europa.
“Para mí, el saxofón siempre ha encarnado la Generación Beat. Me fascinaba ese movimiento. Se convirtió en un símbolo de libertad y en un medio para escapar de Londres a América, que era mi principal ambición en aquella época. Al principio me inspiraron músicos como John Coltrane y Ornette Coleman. Pero sobre todo me fascinaba la calidad del tono de Eric Dolphy”.
David Bowie – Revista Musician (1983)
Pero en esa banda no solo Sanborn estaba relacionado con el mundo del jazz. También el batería Dennis Davis, que antes de trabajar con Bowie en “Young Americans” había grabado junto a músicos como Roy Ayers y Ronnie Foster. Posteriormente, aparecería con frecuencia en otros álbumes del británico de gran repercusión como “Station To Station”, “Low”, “Heroes” o “Lodger”.
Al mismo tiempo, este neoyorquino, que había recibido clases de Max Roach y Elvin Jones y tocado en la big band de Clark Terry, encontraba tiempo para colaborar con Stevie Wonder (tocó la batería en “Master Blaster” y “Do I Do” – con Dizzy Gillespie a la trompeta), Marlena Shaw, Garland Jeffreys, Iggy Pop o George Benson).
This is Not America
En 1985, Pat Metheny y Lyle Mays coescribieron la banda sonora de la undécima película de John Schlesinger, “El juego del halcón”. Para la ocasión, colaboraron con David Bowie, grabando “This is America”. Y sí, el estilo y sobre todo la voz de Bowie era reconocible desde el primer momento, pero también los ingredientes que hacen tan reconocible al Pat Metheny Group: un toque melódico, una producción pulida, con el añadido de los ecos de “As Falls Wichita, So Falls Wichita Falls”, un tema de culto grabado cuatro años antes como dúo para el sello ECM.
“This Is Not America” se publicó como sencillo y cosechó un gran éxito (alcanzó el número 32 en el Billboard Hot 100). La canción también apareció en el LP de la banda sonora de la película de John Schlesinger (que, desde luego, no tuvo tanto éxito como Cowboy de medianoche o Marathon Man…).
“Trabajar con David Bowie en ‘This Is Not America’ fue una experiencia increíble escribió Pat Metheny en su página web en los días posteriores a la muerte del cantante. Después de ir a Ciudad de México, donde se rodaba la película, y ver a Sean Penn y Timothy Hutton actuando en las escenas, volví a mi habitación de hotel y todo cuajó muy deprisa. Más tarde, en Londres, durante la grabación de la partitura, fue John Schlesinger quien sugirió que colaboráramos con Bowie, para que la canción sonara sobre los créditos finales” cuenta.
David Bowie acudió a una proyección de la película, y Pat Metheny estaba sentado a su lado. Bowie no soltaba su pequeño cuaderno amarillo, en el que escribía constantemente. “Al final de la proyección”, explica Metheny, “David ya tenía casi treinta ideas para canciones inspiradas en la película. Una de ellas era ‘This Is Not America’, una frase sacada de de uno de los diálogos del film. “Volvió a Montreux con la música, y un mes después fuimos allí con mi banda para grabar el single. Verle grabar su toma vocal es algo que nunca olvidaré. ¡Qué maestría! ¡Qué velocidad! Era encantador, generoso, completamente normal con nosotros. Sus palabras hicieron de ‘This Is Not America’ una de las mejores canciones protesta jamás escritas.”
”Black Tie White Noise” y Lester Bowie
El idilio de Bowie con el jazz volvería a manifestarte en la década de los 90. En 1993, invitaría a Lester Bowie a participar en la grabación de “White Tie Black Noise”, de modo que sería justo reconocer que pocas veces un trompetista de jazz, ha contribuido de una forma tan decisiva al éxito de un disco de rock.
Fue en Londres, a través del trombonista Joe Bowie, hijo menor de Lester, donde David Bowie conoció al cofundador del Art Ensemble of Chicago. Bajo la producción de Niles Rodgers, primero contribuyó, en “Dont Let Down & Down” y el resultado le gustó tanto a Bowie (Lester), que acabó prestándose para tocar en prácticamente la mitad del álbum.
Lester Bowie también toca en “The Wedding Song” , “I Feel Free” “You’ve Been Around” , “Jump They Say”, “Pallas Athena” y “Looking For Lester” un título en el que Bowie intercambia sin pudor frases al saxofón con su prestigioso alter ego.
Y aunque por supuesto nadie diría que David Bowie era un músico de jazz o que el jazz era uno de los ingredientes más importantes de su música, no cabe duda que este estilo musical siempre estuvo ahí, como un más que apacible “sonido de fondo”. Tanto por los músicos que incorporó a su banda como muchas de las canciones que acabó grabando, es difícil negar la influencia que el jazz tuvo en su trayectoria vital.
Parte del material empleado para este artículo ha sido recogido del número 755 de la revista francesa “Jazz Magazine”. Podéis consultar el ejemplar completo aquí.