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Villanos del Jazz 2023: Theo Croker y el nuevo cool

El trompetista ha reinventado su estilo, llevando el jazz hasta el R’n’B y la música electrónica sin perder su toque especial

Siempre es una buena noticia que se abra un nuevo local destinado a la música en directo. Que en 2023, esa apuesta se materialice con la apertura de una sala destinada a programar el mejor jazz, es prácticamente un ejercicio de irresponsabilidad económica. Y sin embargo, en estos tiempos tan peligrosos como extraños, en estos nuevos años 20, casi parece natural que exista un proyecto como la nueva «Sala Villanos».

Es aquí, en el mismo espacio que ocupaba la antigua «Sala Caracol», a donde por primera vez se dirigieron nuestros pasos el pasado 9 de noviembre para escuchar a Theo Croker, probablemente uno de los trompetistas más cool de la actualidad y tal vez, uno de los pocos a los que el adjetivo «inclasificable» no le queda grande.

Su ambición musical incluye colaboraciones con una gran variedad de músicos: desde músicos como Kassa Overall o Iman Omari a las vocalistas Ari Lennox y Jill Scott, o a los raperos J. Cole y Wyclef Jean; entre sus mentores, nombres como Dee Dee Bridgewater o el saxofonista Gary Bartz. Y entre sus proyectos, desde el jazz más canónico del «Sketches of Miles» que grabó en 2021 junto a orquesta filarmónica de Berlín, a sus incursiones en el R’n’B de sus dos últimos discos: «Love Quantum» y «BLK2Life // A Future Past», en los que también muestra la expansión del jazz al hip-hop y los sonidos electrónicos.

Para presentar estos dos últimos, el trompetista llegó al escenario de Villanos junto a Mike King (piano y teclados), Eric Wheeler (bajo) y Shekwoaga Ode (batería). Lo cierto es que el concierto comenzó de forma extraña, con una mezcla de sonido que no acababa de funcionar, son capas de vibración reverberando por toda la sala y con músicos incómodos sobre el escenario y el público distraído. De hecho, los primeros 20 minutos del show pasaron con un Croker sobre la mesa de mezclas y llenando «tiempos muertos» con atmósferas ambient… a la espera.

Y de repente, como si entre las decenas de interruptores, alguien hubiese finalmente dado con la combinación adecuada que funcionaba para la sala, el concierto remontó, yendo de menos a más. En primer lugar, porque aunque Croker se esforzaba activamente en que su trompeta nunca sonara limpia (siempre etérea, como si señalase «este es el sonido del futuro») no deja detener una técnica admirable. Tanto en los temas más cool, como cuando se adentraba en un terreno post-bop, su fraseo y su forma de relacionarse con la trompeta, recuerda tanto a la de Miles (Davis), que salvando todas las distancias que quiera añadir, no es del todo descabellado afirmar que si Davis hubiese nacido hace 38 años, estaría encabezando un proyecto muy similar.

En segundo lugar, porque Mike King demostró ser uno de esos pianista capaces de dar todo lo que necesita un concierto, especialmente ante un público en su mayoría millenial que ha venido a pasárselo bien y disfrutar. Y así si había que romper hasta la última tecla del clásico, mientras de fondo sonaba un sample con la voz de Jill Scott, lo hacía, y si que había que ponerse intenso con el Moog para hacer una base sobre que la flotase la trompeta de Croker, pues también.

Hablando de samples, tal vez que durante gran parte del show Croker abandonase la trompeta para enfrascarse en la mesa de mezclas con el objetivo de lanzar aquí y allá efectos de sonido o pinchar algunas de las colaboraciones de sus discos (y que obviamente no estaban sobre el escenario), le restó algo de frescura a un espectáculo que en ocasiones tan solo rogaba que el artista volviera a soplar con fuerza. Cumplió con nota más que alta Wheeler, mientras que Ode siempre dio la impresión de que todo aquello o le venía grande, o no era su lugar.

Pero si insistimos que el concierto fue in crescendo también se debió a la generosidad de unos músicos que en las más de dos horas que duró el show, no se dejaron nada dentro. Escuchar a Croker como un consumado rapper de la East Coast en «BLK2Future» es uno de los momentos que me llevo del festival de este año y en ocasiones, cuando el resto de instrumentos y bases hacían mutis por el foro y lo único que se escuchaba era el sonido de la trompeta jugueteando con escalas y frases inacabadas, se hacía la magia. Bien.

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