No es fácil olvidar la experiencia de ver en directo a Dhafer Youssef. La voz del tunecino, atronadora en el Teatro Pavón de Madrid el pasado 15 de noviembre, llega a unos agudos casi inconcebibles, recordando la llamada a la oración de los almuecines, en un registro que durante casi dos horas se fusiona con el jazz, el rock y la música electrónica.
Acompañado de su separable ud (un instrumento de origen árabe similar al laúd) venía a JazzMadrid 2023 a presentar «Street of Minarets» un disco complejo y maravilloso por la profusión de músicos e instrumentos que suenan a lo largo de sus 12 temas, pero que aquí se mostraba prácticamente desnudo, acompañado tan solo (entiéndase el eufemismo) por el guitarrista noruego Eivind Aarset, uno de los músicos imprescindibles en sellos como el Jazzland de Bugge Wesseltoft o la ECM de Manfred Eicher y al que se sumaría en la segunda parte del concierto, el pianista español Daniel García (no dejen de escuchar su «Vía de la plata»).
Comienza Youssef el concierto de forma casi minimalista, tan solo voz, el ud de fondo acentuando versos que nos transportan a África, acariciando Aarset de vez en cuando una guitarra que permanece en un segundísimo plano durante los primeros temas, dejando que el la música sufí se vaya presentando de manera cruda y orgánica, casi como si quisiera ponernos a prueba – «estas son mis reglas» parece decir, «si las aceptáis estoy dispuesto a jugar con ellas».
Declama Youssef recorriendo los caminos circulares de quien insiste en agotar el tema. Y entonces, cuando algunos comienzan a revolverse en sus butacas, la guitarra de Aarset se hace viva, llenando el ambiente de texturas étereas, pero también introspectivas y pesadas, como si quisiera atarnos a la tierra rasante, tras habernos elevado minutos antes en el canto espiritual del que promete.
Cuando finalmente Daniel García hace su aparición sobre el escenario, el concierto pierde su gravedad y se vuelve mucho más liviano y alegre, introduciendo groove y «swingazo», acelerando la cadencia de Aarset y Youssef, como si gritara «¿a qué vienen esas caras tan serias? ¿no estamos aquí para divertirnos?»
Y por supuesto que seguimos escuchando cantos coránicos y la voz del que aspira a elevarnos, pero también y esta es tal vez la parte que más me interesa del concierto, texturas y armonías que entran y salen, que rompen la voz cuando tienen espacio, solos rockeros que rebotan en paredes y techo, escalas sostenidas en jazz contemporáneo.
La fusión de arena, viento y electricidad congela la noche en una unión mística entre lo profano y lo sacro, el respeto por la tradición y la curiosidad musical, el dolor y el entusiasmo. Creer que un cielo en un infierno cabe, dar la vida y el alma a un desengaño; así es el show de Dhafer Youssef y quien lo probó lo sabe.