A casi todos nos encantan los vinilos; su gran tamaño, sus portadas estupendas y ese sonido cálido que se produce cada vez que la aguja desciende sobre el plato. Pero seamos realistas: el revival de este formato, que llena de repente las pocas tiendas de discos que quedan, es tan solo un espejismo. Nos gusta pensar que compramos y disfrutamos de la música en vinilo, pero en realidad la mayor parte del tiempo consumimos música “escrita” en ceros y unos. Es lo que hay, pero tampoco es nada nuevo: llevamos haciéndolo desde que los primeros CDs entraron en nuestras casas en la década de los ‘90.
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