clubs
Es personal

Clubs que cierran

Clubs que cierran. Estoy seguro que la noticia no ha sentado nada bien a los aficionados del jazz. La información, que daba el Diario de Sevilla el pasado 11 de febrero decía lo siguiente: «Cierra el bar Naima, templo del jazz en Sevilla». 

Así que sí, un club más cierra sus puertas. En el caso del Naima, el próximo 27 de junio, fecha en la que su propietario, Jorge Moreno, pondrá fin a los más de 25 años de historia de uno de los clubs de referencia en España. No lo hace por falta de interés de los aficionados o porque no consiguiese atraer al mejor talento nacional e internacional. Lo hace por «simple» especulación urbanística. A partir de ese día el propietario del local le ha comunicado a Moreno que duplican el precio del alquiler y es que una jam session poco puede hacer contra la gentrificación de una zona.

Lo peor no es que cierre sus puertas, sino que probablemente en Sevilla no tomará su relevo un nuevo local de jazz. Y es que como afirma la canción, son malos tiempos para la lírica. En septiembre del año pasado Bogui Jazz en Madrid también cerraba tras más de quince años…y no era una sala cualquiera: DownBeat la incluyó mientras pudo como uno de los mejores sitios del mundo en los que escuchar jazz en directo. Unos años antes (2015), tras el fin de su alquiler de renta antigua, solo una petición en Change.org consiguió parar el cierre del Café Central de la capital madrileña, lo que hubiese supuesto un golpe del que quiero creer que la vida cultural de la ciudad no se hubiese recuperado. Clubs que cierran.

El cierre más triste para mí fue el del Café Populart. Probablemente no me habría aficionado al jazz si no hubiera tenido este club literalmente en frente de casa. Y es que todo lo que tenía que hacer si quería escuchar la mejor música era cruzar la calle, empujar la puerta en la que se anunciaban los próximos conciertos y sentarme en uno de sus sillones de cuero para tomarme una caña, a veces solo, las más, acompañado.

Por lo menos tuve la «suerte» de no tener que sufrir el cierre en directo. Cuando me enteré  yo ya me había cambiado de casa. Fue al pasar por casualidad por la calle Huertas un día cualquiera, con ganas de escuchar música y tomarme esa cerveza, cuando me di cuenta de que ya no estaba. Otra vez, gentrificación de mierda. Me quedó el consuelo ese día, como otros tantos, de bajarme andando hasta el Jazz Bar de la calle Moratín…que aunque no da conciertos, te puedes sentar a escuchar… por mucho que ahora se haya sumado a la moda afterwork.

Clubs que cierran. Y los que quedan o los pocos que abren, no pueden dedicarse exclusivamente al jazz. A los madrileños nos queda el Café Berlín, la Sala Clamores, o la Galileo pero no son clubs en stricto sensu. Son salas de conciertos que frecuentemente incluyen en su programación a solistas y grupos de jazz… y por supuesto que se agradece… but you know…no es lo mismo.

Una sensación de ese estilo la tuve en mi última visita a Valencia. Porque tras haber ido unas cuantas veces «de paso» hace un par de meses tuve la oportunidad de dedicarle un par de días a la ciudad. Y así me arrastré esperanzado hasta el Jimmy Glass…para descubrir que un jueves a las 20.00 de la tarde, estaba cerrado. ¿El motivo? Sólo abre cuando hay concierto y durante el tiempo que dura el concierto. Y entiendo que tiene que ser así: si no, no hay rentabilidad. Pero es una pena tremenda que así sea. Clubs que cierran.

Por favor Junco, no cierres nunca.

Standard
JazzMadrid19
Es personal

JazzMadrid19 y…¿el final del jazz?

Llego unos días tarde para escribir sobre JazzMadrid19. Así que si estás leyendo este post, seguramente ya sepas que Herbie Hancock inauguró el festival el pasado día 28 de octubre y que como cuenta Iker Seisdedos en su crónica para ELPaís, el pianista que ya calza casi ochenta años, parece estar viviendo una segunda juventud, llenando salas de todos los tamaños y públicos siempre entregados.

Y  aunque Hancock ya pasó, aún estás a tiempo de no perderte algunos conciertos interesantes, como los de Lizz Wright, Charles Tovillet, o el Marc Ribot Quartet. Por razones que no vienen al caso, en la edición de este año no iré a ningún concierto, aunque eso sí, me he reservado el próximo 8 de noviembre para ir a la presentación del libro «Tocar la vida. El músico de jazz: vueltas en torno a una especie en extinción» (Chema Martínez): es decir, una vez más, debatir si el jazz ha muerto o si se está reinventando (es decir si ha resucitado y no nos hemos enterado).

Lo cierto es que en estos momentos, al menos en España, asistimos a un fenómeno de lo más curioso. Por un lado, se organizan más festivales de jazz que nunca. JazzMadrid, JazzAlDía (San Sebastián), JazzVitoria…tantos que prácticamente las 52 capitales de provincia españolas, además de muchas ciudades pequeñas y medianas programan anualmente su propio festival de jazz.

Pero al mismo tiempo, cada vez hay menos salas en las que los músicos de jazz puedan tocar. Que una ciudad como Madrid, solo pueda exhibir tres salas (Café Central, Bogui Jazz y El Junco) clama al cielo. Y no es que la capital de España no pueda competir con ciudades como Londres, París o Berlín… es que tampoco puede hacerlo con ciudades mucho más pequeñas como Praga o Lisboa, en las que el jazz se ha cuidado mucho más.

Se podría argumentar desde luego con razones de peso, que lo que ha pasado en Madrid no solo atañe al jazz, sino a la música en vivo en general. Que casi cuarenta años después de la Movida, la escena musical madrileña agoniza bajo el peso de la ordenanza municipal. O también se podría decir que el jazz no es un estilo musical para millenials, que no encaja con el autotune de la generación Z,  «que bastante tenemos que aguantaros a los pollaviejas. Menos Jazz y más Trap.». Y desde luego algo de razón hay en todo ello.

Así que sí, los que disfrutamos con esta música tenemos racionalmente, algunas razones para claudicar. Los conciertos se llenan, pero seguimos escuchando con nostalgia música de hace más de cincuenta años. Se nos llena la boca hablando de nuevas formas y originalidad…que sin embargo no hacen sombra a unas vanguardias que llevaron este estilo musical al máximo se su expresividad no ahora no, sino a principios de los años 70. Y cuando podemos leemos DownBeat, JazzWise o Jazz Magazine sí, pero porque no hay ninguna publicación que se edite en España.

Así que no, no tenemos salas de música, ni publicaciones, ni presencia en medios pero oye, tenemos festivales…¡Al menos eso!

Standard