Quien no haya visto alguna vez en directo a Christian McBride, debería meterse enseguida en Internet, buscar su próximo concierto y reservarlo sin perder un momento. Pocos espectáculos merecen más la pena y lo que es mejor: ofrecen la garantía de que cualquier persona que os acompañe, le guste o no el jazz, lo va a disfrutar como el que más. Por supuesto, el vendaval McBride nos dejó a todos en su pasado concierto de Madrid con los ojos abiertos, las mandíbulas desencajadas y las manos rojas de tanto aplaudir.
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