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It’s the stories

La otra noche mi amigo André y yo volvíamos de un bolo, hablando de música, como suele ser habitual. Durante la charla, André me recordó aquella anécdota sobre Charlie Parker, al que alguien vio metiendo monedas en una jukebox y eligiendo una pieza country. Parker, a la pregunta de “¿pero qué haces escuchando eso, Bird?” respondió: “it’s the stories, man. Listen to the stories”. 

Apócrifa o no, la anécdota sobre Parker ilustra muy bien por qué quienes escribimos y cantamos letras tenemos una oportunidad de oro para conectar con quien nos escucha, que al final de eso se trata. No de contar tu propia vida con pelos y señales (aunque muchos artistas sí lo hacen) sino de explicar historias con las que el oyente pueda identificarse. Yo suelo utilizar anécdotas personales para construir mis canciones, igual que mi amigo Óscar Linares, que suele afirmar “yo no saco mis canciones de un periódico: las saco de mi propia vida”. 

Cuando presento “Daddy’s gone for good” en mis conciertos, hablo de un triángulo amoroso cuyos ángulos agudos terminan siendo rectos. No se trata de una historia real (o al menos a mí no me ha ocurrido) pero, en cualquier caso, sí es personal, porque todos sabemos cuánto duele una traición amorosa. Por otro lado, por eso me resulta tan atractivo el blues como forma de expresión: porque en el blues, igual que en el country, lo que importan son las historias; o sea, la voz y la letra.  

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Todo esto lo cuento porque hoy estreno una nueva canción, un año después de publicar mi primer EP, Delicious. “A life without love” muy posiblemente sea la canción más profunda y personal que he hecho hasta el momento. 

A life without love” nació el 15 de mayo de 2019 en un tren entre Vitoria y Madrid, así que nació ya en marcha: la sentí desde el principio con ritmo de vals, casi como una canción de cuna. La letra, que escribí del tirón, plantea la pregunta siguiente: ¿se puede vivir sin amor? Cuando el amor es tan complicado, cuando se convierte en un esfuerzo tan grande, cuando parece una losa… ¿vale la pena amar? 

Desde que terminé la canción hasta que la grabé han transcurrido más de dos largos años. Un tiempo extremadamente difícil que he pasado inmersa, como todos, en este trauma colectivo de la pandemia, además de sufrir las secuelas físicas y psicológicas del confinamiento de marzo de 2020.

Así que pienso que es este el momento de enseñar “A life without love”: quizá porque ahora siento que estoy cerrando un ciclo. Supongo que hay algo de redención ahí, algo de saldar mis propias cuentas personales. Los artistas también creamos para cerrar capítulos de nuestras vidas; para redimirnos; para levantar la cabeza y seguir adelante, precisamente como dice la canción. 

Me acompañan dos grandes amigos: a la guitarra André Édipo y a la producción Greg Izor y deseo que os guste el resultado tanto como nos gusta a nosotros. 

Podéis escuchar y ver el vídeo de “A life without love” aquí: https://youtu.be/DjZKY8YAtfM

Y descargarla aquí: https://itziaryague.bandcamp.com/track/a-life-without-love

P.S. Redacto este post mientras suena de fondo “Song for my father”, de Horace Silver. Nada que ver. O sí. 

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