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Black Swan Records: el primer sello «negro» del jazz

Fundada en Harlem, Black Swan Records disfrutó de una breve pero intensa actividad en un momento histórico frenético

Blue Note, Impulse! Columbia o Riverside son algunos de los sellos discográficos que a todos se nos vienen a la mente cuando pensamos en jazz. Pocos sin embargo, nos acordamos de uno de los sellos más especiales de la historia de nuestro género musical favorito: Black Swan Records.

Fundada por Harry Pace en 1921, el sello hunde sus raíces en pleno Harlem (Nueva York) y cuenta con la particularidad de haber sido una de las primeras discográficas operada por afroamericanos (la primera, fundada 18 meses antes fue Broome Special Phonograph Records), que se dirigía casi de forma exclusiva a esta comunidad y la primera que promocionaba a artistas de blues y jazz.

Pace había fundado anteriormente la Pace and Handy Music Company, asociándose para ello con uno de los «padres del blues»: W.C. Handy. Esa alianza fue la que le facilitó seguir trabajando con compositores como William Grant Still y Fletcher Henderson cuando, tras extinguirse la Pace and Handy Music Company, lanzó Black Swan. Además de la producción de jazz y blues del sello, Black Swan también produjo y lanzó música de una amplia variedad de estilos y géneros, entre los que se incluía música clásica interpretada por artistas afroamericanos, o música sinfónica moderna.

Sin que sus producciones arrasaran en ventas, Black Swan disfrutó de cierto éxito, pese a la fuerte competencia que en esos momentos comenzó a experimentar desde otros sellos «blancos» como Columbia, que según lo que solía asegurar el propio Pace, intentaba «obstruir el progreso y reducir la popularidad de Black Swan Records». Tampoco ayudó el hecho de que aunque uno de los reclamos principales de su publicidad era que todos sus músicos y empleados eran afroamericanos, en algunas ocasiones también se vio obligado a utilizar músicos blancos, que se integraban en las bandas de sus artistas.

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Esa presión fue precisamente la que llevó a Pace a declararse en bancarrota en 1923 y, un año más tarde, Paramount Records acabaría comprando Black Swan. Poco después, la marca y su catálogo acabarían diluidos en el de su compradora. Sin embargo y pese a su breve historia, periódicos como «The Chicago Defender» publicarían artículos que se harían eco de la habilidad especial que Pace tenía para promocionar y cubrir la demanda que, en ese momento, había de «música negra» en un contexto empresarial dominado por las majors blancas.

De forma testimonial, el sello «volvió a la vida» en la década de 1990, cuando Paramount volvió a editar bajo la marca «Black Swan» algunas de sus grabaciones históricas de jazz y en las que figuraban artistas como Ida Cox, Charley Patton, Johnny Dodds o Blind Lemmon Jefferson, además de varios recopilatorios con temas de jazz y blues de la época.

El camino que emprendió Black Swan en 1921, tendría su continuación en 1953, cuando Vivian Carter y James C. Bracken fundaron Vee Jay Records, sello especializado en R&B (pero también en jazz y blues) y primero en adquirir los derechos de The Beatles para Estados Unidos antes de que Capitol Records les arrebatase la propiedad tras una demanda legal.

Esa misma década Berry Gordon haría historia con el lanzamiento de la Motown, germen de la carrera de artistas como Stevie Wonder, Diana Ross o The Jackson 5. Más adelante y cuando el rap salió del guetto, disqueras como Sugar Hill Records, Def Jam Records o Cash Money Records se establecieron como punta de lanza de un movimiento global e imparable, convirtiendo a los sellos fundados por productores afroamericanos en algunos de los más exitosos y rentables de la historia de la música.

En 2008, Flying Lotus, sobrino-nieto de esa maravillosa artista que fue Alice Coltrane, fundó Brainfeeder. Apoyándose en la escena beat de Los Ángeles, la compañía ha publicado discos en los que la música electrónica abraza otros géneros, contando para ello con artistas como Thundercat, Taylor McFerrin o el enorme Kamasi Washington.

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